Ahí está el poder
Sucedió en Helmbridge Club, Lagos, Nigeria.
La Sagrada Eucaristía no es un cuento
Había un niño musulmán, Babátunde, de la tribu Yorubá, que venía a menudo por el centro. Como es costumbre en estos casos, se le pidió que trajera a sus padres para formalizar la admisión. Nos dijo que no vivía con sus padres…
– ¿Y con quién vives?
– Con mi abuela.
– Pues dile que venga.
– Es que no es cristiana y no sabe hablar inglés (sólo Yorubá y Pidgin English…)
– Sí, debe ser musulmana como tú…
– No -dijo Babatunde-: es animista. Es una Profetess (profetisa y jefa de sacerdotisas; hacen sacrificios a Oshún y a Ogún; también sacrificios pacificadores de Satán)
– Bueno, no importa, dile que venga…
Al día siguiente llegó vestida de Profetisa, con una túnica de color púrpura, collares de conchas; un aspecto siniestro y un aire nervioso, escudriñandolo todo. Cuando le empezamos a enseñar el centro ella iba buscando algo, miraba, reuhía: las clases, el laboratorio, la sala de conferencias… al final le mostramos el oratorio. Ella, aunque nunca había visitado una capilla católica aparecía visiblemente ansiosa y excitada: sin mediar palabra y como quien encuentra lo que estaba buscando señaló el tabernáculo diciendo segura y lentamente: ahí está el poder.
Tenía fe en la Eucaristía, aún sin conocerla: por que la presencia de Cristo es real.
Me contaba Carlos, un universitario madrileño, que le costó Dios y ayuda el traer a su amigo Charly al centro, que no practicaba y la fe era una teoría para él. Lo cierto es que ese día había una vela con el Santísimo y Charly llegó y se asombró. Carlos le explicó en qué iba a participar, sin mucha seguridad. Ahí se metieron y al cabo de un rato de Vela, Charly le dijo a su amigo, señalando al sagrario: ahí está Dios.
Y es que había recibido la fe. Lo demás fueron consecuencias: confesión y vida cristiana. Pero la fe la recibió aunque su amigo titubease, aunque él pensara que todo aquello era una pantomima.