“¿De qué sirve conocer el bien de palabra si uno mancha el cuerpo haciendo las obras del mal?
¿O qué utilidad verdadera puede haber en la pureza del cuerpo, cuando no hay en el alma la verdad?
Porque una y otra se gozan cuando se encuentran juntas y están en acuerdo y alianza para poner al hombre en presencia de Dios”.
(San Ireneo, Adversum haereses)