Le contaron a San Josemaría que un misionero se encontró una vez con un indígena y le preguntó si rezaba.
El nativo contestó que no.
Y entonces le preguntó al misionero: ¿tienes mujer? ¿tienes hijos? ¿tienes bienes? etc.
Ante las negativas del sacerdote, el indígena le dijo: tú SÍ que tienes que rezar.
Y San Josemaría comentó que no estaba falto de razón, porque los que lo han dejado todo tienen que rezar mucho.