Una protuberancia suspendida en el Sol es una estructura fascinante y compleja que se forma en la atmósfera solar, específicamente en la corona. Estas protuberancias, también conocidas como filamentos cuando se observan contra el disco solar, son enormes bucles de plasma —un gas caliente compuesto por partículas cargadas— que se elevan desde la superficie del Sol y se mantienen suspendidos en la corona por el campo magnético solar.
A diferencia de las protuberancias solares que suelen aparecer como bucles cerrados que conectan diferentes regiones de la superficie solar, una protuberancia suspendida se caracteriza por su apariencia extendida y a menudo parece flotar sobre la superficie del Sol. Estas estructuras pueden durar desde días hasta semanas, e incluso meses, antes de disiparse o estallar en una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés).
La estabilidad de una protuberancia suspendida es sorprendente, considerando las extremas condiciones de la atmósfera solar. El plasma que las compone está significativamente más frío y denso que el material circundante en la corona, pero se mantiene en su lugar gracias a la interacción entre la gravedad, las fuerzas de presión del plasma y el complejo y dinámico campo magnético del Sol.
La observación de estas estructuras es crucial para la ciencia solar, ya que su comportamiento puede ofrecer pistas sobre la dinámica del campo magnético solar y los procesos que llevan a fenómenos explosivos como las llamaradas solares y las eyecciones de masa coronal. Estos eventos pueden tener un impacto directo en la Tierra, afectando desde las comunicaciones por satélite hasta las redes eléctricas. Por lo tanto, las protuberancias suspendidas son no solo un espectáculo visual impresionante, sino también un tema de estudio esencial en la heliofísica.