El Señor le concedía gracias extraordinarias y muchos momentos de su oración los pasaba en éxtasis o arrobamientos, disfrutando de alegrías celestiales. Con frecuencia, veía al niño Jesús. Acontecía, algunas veces, en medio de la labor de sus manos, aparecérsele Nuestro Señor en forma de niño sobre la almohadilla de su costura, causando con esto en su alma inefables goces.
También hemos anotado anteriormente que veía cambiar el rostro de la imagen de la Virgen del Rosario o del niño Jesús y así sabía cuándo estaban contentos y le concedían lo que pedía o cuándo estaban tristes y no querían conceder sus peticiones a causa de los pecados de los interesados.
Según declara el padre Lorenzana, tenía el don muy grande que el apóstol san Pablo llama “discretio spirituum” (discernimiento de espíritus), que es saber distinguir y conocer cuándo las hablas interiores o visiones son del espíritu bueno o del espíritu malo.
Un don extraordinario que manifestó a lo largo de su vida fue el don de sabiduría. Dice el mismo padre Lorenzana: Este testigo, oyendo hablar a la bendita Rosa del misterio de la Santísima Trinidad, de la Encarnación del Verbo divino y de otros de nuestra fe católica, se admiraba de que una mujer sin letra alguna hablase con tanta propiedad e inteligencia… y decían que era sapientísima en el conocimiento de las cosas divinas.
También tuvo el don de la profecía. La señora María Eufemia de Pareja fue un día con doña María de Uzátegui a la casa de sus padres. Y esta testigo (María Eufemia) entró sola con la dicha bendita Rosa en su celdita y, ambas sentadas, junto a la puerta de la celdita, le dijo que encomendase a Dios a Rodrigo, su hijo…, pues deseaba fuese religioso, porque andaba muy distraído. Su padre y ella deseaban que fuese de la Compañía y le rogó esta testigo que hiciese particular oración para este buen intento; y ella le dijo a esta testigo: “Yo tengo prometido un vestido a Nuestra Señora para que su divina Majestad nos conceda lo que pedimos”.
El Señor le concedió la gracia de conseguir muchos milagros por su intercesión. Doña María Eufemia Pareja declara que, teniendo en su casa una negra, su esclava, que criaba un niño de esta testigo (la negra) estaba muy mal, desahuciada de los médicos. Y, con la confianza que esta testigo tenía en la bendita Rosa de las grandes mercedes y misericordias que Nuestro Señor usaba con ella, tomó su manto y fue a casa del contador Gonzalo de la Maza, donde estaba la bendita Rosa, y la halló en el oratorio y le dijo la enfermedad de la dicha negra y la necesidad que tenía de su salud.
Y le pidió suplicase a Nuestro Señor muy de veras se la diese y pusiese por intercesora a su santísima madre la gloriosa santa Catalina de Siena. La bendita Rosa respondió que no tuviese pena, que la bienaventurada santa se lo pediría a Nuestro Señor que le diese la salud. Estando diciendo esto, se volvió a la glorios santa y dijo: “Madre, ¿no veis esto Vos?… Pedidle a su Majestad que le dé la salud”… Y dentro de tres o cuatro días, tuvo a su negra buena y sana, y dio de mamar a su niño como antes que cayera enferma… sin secársele la leche.