Mi viaje a Alemania fue una experiencia que combinó historia fascinante, ciudades vibrantes y paisajes cautivadores. Comencé mi aventura en Berlín, la capital llena de contrastes. Exploré el Muro de Berlín y el Checkpoint Charlie, testigos de la división y la posterior reunificación de la ciudad. El Museo de Pérgamo y la Puerta de Brandeburgo fueron hitos culturales que me dejaron asombrado.
Desde Berlín, me dirigí a Múnich, una ciudad que respira tradición y modernidad. Me sumergí en el ambiente festivo del Jardín Inglés y me uní a la multitud en la famosa Hofbräuhaus para disfrutar de auténtica cerveza alemana. Visité el Palacio Nymphenburg y el Museo Alemán, sumergiéndome en la rica historia del país.
Luego, mi viaje me llevó a la Ruta Romántica, donde descubrí pueblos de cuento de hadas como Rothenburg ob der Tauber. Sus calles empedradas y casas de entramado de madera me transportaron a épocas medievales. Continué hasta Heidelberg, donde el castillo que se alza sobre el río Neckar ofreció vistas panorámicas impresionantes.
La Selva Negra fue otro punto destacado de mi viaje. Exploré sus densos bosques, cascadas y pintorescos pueblos. Baden-Baden me cautivó con su opulencia y sus aguas termales relajantes. Después, me dirigí a Colonia, donde la majestuosa catedral gótica y el ambiente urbano me atrajeron.
Mi aventura alemana culminó en Hamburgo, una ciudad portuaria llena de vida. Exploré el puerto, conocí la moderna Elbphilharmonie y me dejé llevar por la atmósfera animada del Barrio Rojo.
Alemania me brindó un mosaico de experiencias, desde la rica historia hasta la belleza natural y la vibrante cultura. Cada ciudad y región tenía su propia personalidad, pero todas compartían la hospitalidad alemana que hizo que mi viaje fuera memorable.