Thomas Alva Edison tenía una casa de campo. Allí le visitaban sus amigos. Uno se quejo de lo muy pesada que era la puerta y de lo mucho que costaba abrirla…
- ¿De veras? le preguntó Edison, fingiendo asombro.
- Sí, sí, y creo que debería hacerla arreglar.
- Bueno, el caso es que yo mismo la arrreglé hace poco. Puse un mecanismo…
- Que no sirve para nada. Esta vez se ha equivocado.
- Sí que sirve. Cada vez que se abre la puerta, el mecanismo saca del pozo cinco litros de agua. Y así gracias a los que entran y salen, tengo siempre lleno el depósito del jardín.