DICEN QUE NUNCA SE HA MUERTO NADIE POR TRABAJAR.
Pero hoy traemos la excepción a esa regla.
La ambición hizo a una persona trabajar hasta la extenuación, con resultado muerte.
La ambición es buena, pero con medida…
Dicen los sabios moralistas que IN MEDIO, VIRTUS, que la virtud se halla en medio, entre los extremos; que la virtud es moderada.
Una vez le pregunté a un amigo muy rico (tenía un hotel para su descanso en Hyde Park) qué le movía a mantenerse en forma, levantarse a las cuatro de la mañana, para luego seguir con sus negocios, si tenía más dinero que el que podía contar.
Me confesó que era por avaricia. Que la avaricia movía el mundo de los negocios.
Gracias a Dios, él sigue bien y sus negocios funcionan.
Pero ofrecemos hoy la historia real de una persona que falleció por trabajar demasiado…
Una ambición mortal
Un joven alemán de 21 años fallece tras acumular 72 horas de trabajo prácticamente ininterrumpido como becario en un banco de Londres
La muerte de Moritz Erhardt, un joven alemán de 21 años que trabajaba como becario veraniego en la banca de inversión de Bank of America Merrill Lynch en Londres, ha conmocionado a la City financiera, porque su cultura competitiva para lograr un buen puesto de trabajo habría contribuido a la muerte de un joven que ya había comentado los perjuicios que le causaba su ambición.
El cadáver de Erhardt fue encontrado el jueves en la ducha del apartamento que ocupaba en una residencia temporal.
No se han divulgado los análisis forenses que podrían explicar las causas directas de su muerte, que la Policía no considera sospechosa, pero amigos del fallecido han desvelado que había padecido varios brotes de epilepsia.
El fatal desenlace llegó después de que Erhardt hubiese trabajado casi 72 horas seguidas.
Al parecer, había extendido su jornada a turnos nocturnos varias veces en su tiempo como becario, que estaba previsto que durase siete semanas y por los que obtendría un salario de cerca de 5.000 euros y la posibilidad de que el banco le ofreciese un empleo. El Bank of America calificó a Erhard como un «estudiante extraordinario».
Aunque el banco no le obligó a cumplir tales turnos, becarios cuya opinión ha sido recogida por medios británicos reconocen que el ambiente en instituciones financieras y firmas legales o de auditoría incita a mostrar la lealtad a la empresa y la capacidad de trabajo con horarios en los que sacrifica el sueño.
Erhardt había descrito en un blog personal que nació en una familia que esperaba de él la excelencia.
Además de un magnífico expediente escolar, con repetidos premios por su conocimiento de las matemáticas, se alistó en competiciones de tenis y en equipos de fútbol, pero «mi personalidad tan ambiciosa me llevó a padecer algunas lesiones», admitió.
Los rasgos personales del joven, que también era líder regional de la organización juvenil de los demócratas cristianos alemanes, pueden haber sido un factor determinante en su muerte.
Sus amigos y compañeros dicen que este licenciado de la Universidad de Michigan era, entre los becarios elegidos para las plazas de este año, una ‘superestrella’ y que estaba dispuesto a trabajar más que nadie.
En la columna Lombard del diario ‘Financial Times’, Jonathan Guthrie indicaba que tanto la muerte como la especulación son prematuras pero que «es innegable que los premios extraordinarios ofrecidos en una carrera en la banca de inversión son a menudo ganados con extraordinario esfuerzo» y llamaba a los veteranos a supervisar a los jóvenes para que «se disipe la reputación de que la City, en el peor de los casos, es un monstruo que devora a sus jóvenes».
El responsable de comunicación del banco, John McIvor, dijo que el objetivo de contratar becarios es, como en las demás grandes firmas, «dar a los estudiantes una experiencia positiva, que conozcan nuestra firma y que nosotros les conozcamos bien, de tal modo que podamos decidir quién encaja mejor en la compañía».
Y no quiso comentar «sobre las horas que la gente decide voluntariamente pasar en la oficina».
Extraído de aquí.