“Un sacerdote pregunta a un grupo de chavales:
- A ver, que levanten la mano los que quieran ir al cielo. La levantan todos menos uno, que además era monaguillo.
- Juan, ¿cómo no levantas la mano? ¿Tú no quieres ir al cielo cuando mueras?
- Ah! cuando muera, sí. Yo creí que era para ir ahora.”
(Agustín Filgueiras Pita, “Orar con.. Un pan para cada día”)