Le pusieron el nombre de Isabel por su abuela Isabel de Herrera.
Pero, a los tres meses, tuvo lugar un suceso que le cambió el nombre. Su madre lo cuenta así: Le pusieron de nombre Isabel por Isabel de Herrera, madre de esta testigo y abuela de la bendita niña, y con este nombre de Isabel la fueron criando hasta que la bendita niña tuvo edad de tres meses poco más o menos; que estándola meciendo, una india criada de esta casa, en una cuna, teniendo cubierto el rostro la bendita niña, la dicha india se lo descubrió, por ver si había tomado sueño; y la vio tan hermosa que llamó a unas niñas que estaban labrando (cosiendo) para que la viesen. Y haciendo todas admiración, esta testigo, desde el aposento donde estaba las vio, y sin decirles cosa alguna se fue derecho donde estaba la niña, y como la vio tan linda y hermosa, y que le pareció que todo su rostro estaba hecho una rosa muy linda, y en medio de ella veía las facciones de sus ojos, labios, nariz y orejas; quedó admirada de ver aquel prodigioso suceso, y la tomó en las manos y empezó a hacer con ella mil alegrías, y mostrar su rostro y contento, y con esta demostración dijo: yo te prometo, hija y alma mía, que mientras viviere, de mi boca no has de oír otro nombre sino el de Rosa. Y así lo cumplió esta testigo, porque de allí en adelante siempre la llamó Rosa, y no Isabel.
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