Ocurrió cerca de mi casa; presencié una tertulia entre pordioseros. Uno de ellos exponía enérgicamente al resto una «teoría diferente»: -en los tiempos que corren – aseguraba -la única forma que tenía el ser humano de alcanzar la libertad absoluta era en la indigencia (expresándose así con propiedad y educadamente).
Seguro que si ese indigente tuviese blog sería un exitazo. Aparte de que la libertad absoluta no existe aquí abajo, la anécdota trae cola.
Amigo, es que los pordioseros se han despojado de toda atadura a la sociedad de consumo: modas, tendencias, caprichos… es por eso que alcanzan un grado de libertad que generalmente no creemos que exista.
¿Cuántas veces al día nos «concedemos» un caprichín?