Desde lo alto de la zona de bodegas de Dueñas, la iglesia de Santa María de la Asunción se erige como una presencia imponente, dominando el horizonte con su majestuosa silueta. Este templo, de grandes dimensiones, muestra una exquisita combinación de estilos artísticos reflejados en sus bellos ábsides. Su construcción, iniciada en el siglo XII dentro del románico tardío, se extendió hasta el siglo XVII. La culminación de la torre campanario en 1585, diseñada por Alonso de Tolosa y ejecutada por los hábiles artesanos Pedro del Río y Juan de Mazarredondo, es un testimonio de la dedicación y el talento invertidos en este magnífico edificio.
El interior del templo se articula en tres naves separadas por pilares octogonales. La nave central, cubierta con una bóveda de arista con crucería apuntada y adornada con un cimborrio y una hermosa linterna, recibe una luz natural que realza su esplendor.
Dentro de sus muros, el templo alberga un impresionante museo parroquial que custodia obras de arte de incalculable valor patrimonial. Destaca el retablo mayor de estilo gótico tardío, obra maestra de Antonio de Malinas Giralte, Alonso de Ampudia y Parmaso. Prestigiosos artistas como Gregorio Fernández, Diego de Siloé—autor de un excepcional Ecce Homo—Juan López, Antonio Font de Bedoya, Germán Calvo, Valeriano Martínez y Jerónimo López también han dejado su huella con sus magníficas creaciones. No se puede pasar por alto el órgano, construido en 1754 por José Ballesteros, ni los sepulcros de los Acuña, que añaden una capa adicional de historia y reverencia al lugar.
En definitiva, Santa María de la Asunción no solo impresiona a primera vista por su monumental presencia, sino que, en una segunda visita, embelesa a sus visitantes con la magnitud y la riqueza del arte que guarda entre sus muros.