¿Autoestima baja? ¿O simplemente un problema de complejos? (maricomplejines, dicen algunos)…
Siendo negro, volverse blanco.
Se llama Percy Oblitei Commey y era campeón superpluma en Ghana. La noche de su desgracia perdió el campeonato y la piel.
Su oponente, cuyo nombre se pierde entre los cables porque no viene al caso, le abrió el pómulo derecho de un golpe, y la oreja del mismo lado y la nariz con otros golpes, y la piel se le cayó al campeón al mismo tiempo que el cetro.
Más tarde se supo que Percy se blanquea la piel. Y como Percy muchos en Ghana, pero también en Kenia y además en Uganda.
Blanquearse la piel es una práctica que comenzó hace 500 años, cuando llegaron a África los primeros europeos. Blanquearse la piel cuesta en nuestros días cuando menos US$20, el precio de diez tubos de pomada, y puede funcionar.
La práctica se ha multiplicado y, en algunos casos, que también se multiplican, hay quienes terminan con manchas oscuras en un rostro hinchado y enrojecido.
O sin rostro, como Percy Oblitei Commey, según cuenta el suplemento del diario británico The Guardian que publicó la historia:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/miguels_column/newsid_1811000/1811657.stm