Lo han intentado pero no han podido. China es una fábrica de copiar todo aquello que tiene éxito pero en nuestros tapones de corcho han encontrado una barrera infranqueable. Los alcornoques chinos no tienen las mismas características que los nuestros y su corcho, presente en el mercado, aparece en otros productos, como el corcho que tienes en casa para colgar tus notas con chinchetas o revestimientos de pelotas de badminton. El mercado de tapones de vino, champán y cava es nuestro y de Portugal. “China nunca ha sido una amenaza, siempre han estado lejos de las propiedades de nuestro corcho”, certifica Joan Puig, presidente de la Asociación de Empresarios Corcheros en Cataluña.
En los años 50 España, y concretamente Girona, era el rey del corcho. Lo producíamos todo pero fuimos destronados por el reino portugués y, concretamente, por Américo Amorim, que fallecía esta semana. Era el hombre más rico de Portugal y dueño del grupo que lidera la producción mundial del corcho gracias, también, a que compró empresas españolas. Aparte de Amorim, ¿hay otro secreto de la industria portuguesa? El apoyo institucional para vender el producto y adquirir mayor prestigio internacional.
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