Jorge, el mayor de seis hermanos y de quinto de primaria, estaba ayudando a mamá a leer el evangelio. Leía el ciento por uno.
Le preguntó a su madre después de una pausa:
Entonces ¿si yo le doy algo Él me dará cien veces más?
Sí, le respondió su mamá: si le das un balón, te dará cien Si le das un gol te dará cien Si le das una cuchería te dará cien.
Días después celebraban en la familia la primera confesión de María, la mayor de las chicas, fueron al Sánchez Romero a comprar chucherías para celebrarlo.
Iba jorge con su bolsa de chuchis en la mano cuando se les apareció pidiendo limosna una madre de europa oriental con un niño en brazos. Jorge miró sus chuchis y miró al niño. Mamá -preguntó- si le doy mis chuchis a ese niño…
¿me dará Dios cien veces esas chuchis?
La madre, sin pensar más le contestó: por supuesto: cien veces esas chuchis.
Fueron a Misa y el niño miraba al rededor esperando que las chuchis le cayesen del cielo en cualquier momento.
La madre estaba tan preocupada que, con la distracción de pedirle a Dios que no le fallara en el ciento por uno de su hijo pensó que tenía que repetir la Misa
A la salida de misa, entre el tumulto de gente, su hermana agitó la mano en saludo y comento: Susana: he estado en el pueblo y papá te manda un jamón… ven a por él que lo tengo en el coche. Mientras iban al coche de su hermana, la cara de Jorge relucía de alegría: ¡Un jamón! Con lo que me gusta: ¡vale más que mil bolsas de chuchis!