En una carta
enviada por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los
sacramentos se recuerda a los obispos diocesanos que a ellos, primeros
dispensadores de los misterios de Dios, moderadores, promotores y custodios de
la vida litúrgica en la Iglesia, corresponde vigilar la calidad del pan y del
vino destinados a la Eucaristía y, por tanto, a aquellos que los preparan. Con
tal fin, en el documento, firmado por el cardenal prefecto Robert Sarah y del
arzobispo secretario Artur Roche, se recuerdan las disposiciones vigentes y se
sugieren algunas indicaciones prácticas consideradas necesarias por las nuevas
modalidades en la confección del pan y del vino para la misa que hasta ahora
habían sido generalmente preparadas y distribuidas por algunas comunidades
religiosas y que hoy están disponibles también en supermercados, en otras
tiendas y a través de internet.
Las normas sobre
la materia eucarística, indicadas en el can. 924 del Catecismo de la Iglesia
Católica y a los números 319-323 del Institutio generalis Missalis Romani, fueron ya explicadas
en la Instrucción Redemptionis Sacramentum de esta Congregación (25 marzo
2004). En la carta se subraya, entre otras cosas, que, vista la complejidad de
situaciones y circunstancias, como la disminución del respeto en el ámbito de
lo sagrado, se advierte la necesidad práctica que, por encargo de la autoridad
competente, haya quien garantice efectivamente la autenticidad de la materia
eucarística por parte de los productores como de su conveniente distribución y
venta. Se sugiere, por ejemplo, que una Conferencia episcopal puede encargar a
una o más congregaciones religiosas u otro ente capacitado, cumplir las
necesarias verificaciones sobre la producción, conservación y venta del pan y
del vino para la eucaristía en un país dado o en otros países en los que sean
exportados. Se aconseja que el pan y el vino destinados a la eucaristía tengan
un tratamiento conveniente en los lugares de venta.