Son muchos los mensajes de la Santísima Virgen María en los que ha hablado del advenimiento del reinado del Anticristo y que forma parte toral de la religión católica, particularmente del libro del Apocalipsis.
Dijo la Virgen en la Salette: «Durante ese tiempo nacerá el Anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa virgen, que tendrá comunicación con la antigua serpiente, maestra de impureza. Su padre será obispo. Al nacer vomitará blasfemias, tendrá dientes; en una palabras será el demonio encarnado, lanzará gritos espantosos, hará prodigios y no se alimentará sino de impurezas. Tendrá hermanos, que aunque no sean como él, demonios encarnados, serán hijos del mal; a la edad de doce años llamará ya la atención por sus ruidosas victorias que alcanzará. Bien pronto estará cada uno a la cabeza de los ejércitos, asistidos por legiones del infierno…”
“Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo.”
La apostasía actual que estamos viviendo es una relación causal con el advenimiento del Anticristo según lo constata San Pablo en su segunda carta a los Tesalonisences, capítulo 2, versículo 1-12: “Que nadie en modo algunos os engañe porque antes ha de venir la apostasía y ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse dios a sí mismo. La venida del inicuo irá acompañada del poder de Satanás, de todo género de milagros, señales y prodigios engañosos, y de seducciones de iniquidad, para los destinados a la perdición, por no haber recibido el amor a la verdad que lo salvaría. Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira y sean condenados cuantos no creyendo en la verdad, se complacen en la iniquidad.”