Somos protagonistas de la historia de salvación del Señor. Desde el principio de los tiempos, Dios ha tejido cuidadosamente el plan de redención para toda la humanidad, y nosotros, como seres humanos, tenemos un papel fundamental en ese plan.
Cada uno de nosotros tiene un propósito y un llamado específico en esta gran historia. Estamos destinados a ser colaboradores de Dios en la extensión de su amor y la manifestación de su reino en la tierra.
En nuestra vida diaria, a través de nuestras acciones, palabras y actitudes, tenemos la oportunidad de ser testimonios vivientes del poder transformador de la gracia divina. Cada encuentro, cada decisión y cada momento de nuestra existencia se convierte en una oportunidad para ser portadores de la luz de Cristo.
Es importante recordar que no estamos solos en esta misión. El Espíritu Santo nos acompaña y nos fortalece, dándonos los dones y las herramientas necesarias para cumplir con nuestra parte en la historia de salvación. A través de la oración, la escucha atenta de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos, nos conectamos con la fuente de toda gracia y poder divino.
Ser protagonistas de la historia de salvación implica vivir con valentía y esperanza, incluso en medio de desafíos y adversidades. Significa confiar en el plan de Dios y seguir su voluntad, incluso cuando no comprendemos completamente los caminos por los que nos guía.
No subestimemos el impacto que podemos tener en la vida de los demás. Nuestro testimonio de fe y amor puede inspirar y transformar corazones, llevando a otros a encontrar su propio papel en la historia de salvación.