Los ojos son la ventana del alma
Esos ojitos tristes, esos ojos traviesos, esos ojos que hablan por la calle, sin decir más con la boca…
Son un mundo los ojos… Una lámpara, una luz que nos llevan al fondo del ser…
Hablan y se abren como platos, cuando la niña escucha interesada la historia que le llega al alma; se ríen pícaros acompañando a la expresión, en un mohín de cómplice y, en ese momento único, brillan… son un mundo de matices y expresiones para quien sabe mirarlas.
Sigue con una contribución sobre el mundo que llevamos en los ojos…
Los ojos son el espejo del alma
Jugaban padre e hija al escondite alrededor de una fuente. Era alegría y brillo en los ojos.
Se adelantaba la chiquilla al encuentro del amigo que venía con prisa, mirando apurado el reloj, los ojos brillaban.
Miraba ese alma pura el lugar reservado en la Iglesia. Luz en la lamparilla e intensidad de amor que hacía chispear los ojos del cuerpo.
Quieren saltar los ojos que ven… en cuanto se contempla el ser al que se ama.
Son los primeros que quieren estar, tocar, rodear con afecto al padre, al hijo, al amigo…
No siempre brillan los ojos. A veces se meten muy dentro de uno, también por amor a aquel al que observan.
Grave es la enfermedad, larga la anunciada ausencia, preocupante la situación económica… va a sufrir aquel al que se ama, va a perderse en el tiempo el objeto de amor que los ojos contemplan. Y eso se nota.
Los ojos hablan cuando son ojos sinceros… sus discursos, sus mensajes son más que palabras… el alma va volando del ojo al amigo y todo se dice.
Los ojos también son ventanas, mundos que se adentran en el infinito.
Soledades, dramas de seres humanos. Por eso los que matan al que aún no ha nacido no quieren que los ojos de madre lo vean. Dicen «que es para que no le duela»… y debe doler el perder al ser que por ti ha vivido hasta ese momento.
Ojos, ventanas y puertas. Para ver y ser mirado, pero más aún, para adentrarse en el ser amado.
¿Y los ojos de ciego? Entonces se abren otras ventanas. El olfato, el oído, el tacto, y otros sentidos suplen esa carencia.
Pero si se es sincero en los ojos se dice todo. Y si se miente… los ojos se apagan, pierden su brillo y entonces la máscara, el gesto, suple fingiendo.
Extraído de aquí…