Nació en Sanok (Polonia) el 1 de noviembre de 1845, en una familia noble que vivía con fervor su fe católica. Desde su más tierna infancia se esforzó por ayudar a los que sufrían. Terminada la escuela secundaria, estudió derecho en la universidad de Lvov. Interrumpió los estudios en el segundo año de la carrera, al sentirse llamado al sacerdocio, y entró en el seminario mayor de Lvov. Allí tuvo que superar una gran prueba: su estado de salud se agravó cada vez más, hasta el punto de correr peligro de muerte, por ello sus superiores no quisieron admitirlo a la ordenación sacerdotal. Sus compañeros, que vivieron de cerca su drama existencial, escribieron en sus memorias: «El hecho de no haber sido admitido al sacerdocio fue para Segismundo un golpe muy doloroso; sufría moral y físicamente, pero no perdió su confianza en Dios». Dos años después, cuando su estado de salud mejoró notablemente, recibió la ordenación sacerdotal en la catedral de Lvov, el 25 de julio de 1871.
Desde el inicio de su ministerio pastoral unió su actividad sacerdotal con la caritativa. Al ver las diversas dificultades vinculadas al anuncio del mensaje evangélico, elaboró un Catecismo, que logró gran difusión. Para los muchachos y muchachas publicó el libro: «Consejos y recomendaciones».
Promovió con empeño entre los fieles los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. A imitación de Cristo, no excluía a nadie de su acción pastoral, ejercida con amor total; dedicaba una predilección especial a las personas marginadas de la sociedad. Durante una epidemia de cólera, olvidándose de sí mismo, socorría a los enfermos llevándoles el consuelo de su ministerio sacerdotal y ayuda concreta.
Dedicaba mucho tiempo a la catequesis en varias escuelas; escribía y publicaba artículos y libros para padres y educadores. Creó la asociación «Bonus Pastor», para apoyar la labor de los sacerdotes. Fundó numerosas obras de beneficencia: la «Casa del trabajo voluntario» para pobres que no tenían dónde vivir; la «Cocina popular», que daba comidas a un precio muy bajo, para ayudar a personas pobres; el «Centro para enfermos terminales y convalecientes», a fin de acoger a los enfermos que no tenían la posibilidad de ser atendidos en los hospitales; el «Hospicio de San Josafat», para estudiantes pobres; el «Centro del Niño Jesús», para madres solteras y niños abandonados. También fue uno de los fundadores de la «Liga de las asociaciones y los centros de beneficencia», que coordinaba las actividades de las obras de misericordia cristiana.
Para salvar a los niños católicos de la indiferencia religiosa, e incluso del ateísmo, fundó la escuela católica polaco-alemana, que encomendó a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. La iniciativa de la escuela, y la del periódico católico que fundó y dirigió —»La Gaceta diaria»—, le originaron grandes sufrimientos e incomprensiones, que perduraron casi hasta su muerte.
Con el fin de gestionar la mayor parte de sus obras de beneficencia pidió colaboración a un grupo de terciarias franciscanas, cuidando de su adecuada formación. Así, el 17 de febrero de 1884, vio la luz una nueva congregación: las Religiosas de San José. A medida que se desarrollaba la Obra, su fundador implicaba a las religiosas en el servicio a los enfermos en los hospitales, orfanatos, asilos, así como en las casas privadas.
Él mismo fue para sus religiosas un modelo de oración y de servicio heroico a los necesitados. El «sacerdote de los desheredados», el «padre de los pobres», el «apóstol de la misericordia de Dios», como fue llamado, murió el 1 de enero de 1920, en Lvov. Fue proclamado beato por el Papa Juan Pablo II, en Lvov, el 26 de junio de 2001.