VIRUTAS DE MADERA PRECIOSA:
Que sepa caminar con los ojos bien abiertos, con la sonrisa dibujada en mis labios y con el corazón radiante, entre las espinas de la incomprensión, las piedras de la dificultad y las sombras de la duda.
“Es, la aventura de los fuertes”
LA LEYENDA DE SAN MIGUEL DE ARALAR
En Navarra, el año 707, vivía en el valle de Goñi, un caballero llamado Teodosio, casado con Dña. Constanza de Butrón.
Poco después de casarse, Teodosio tiene que abandonar su casa para dirigir la lucha contra los árabes.
Dña. Constanza quedó sola en su palacio con los padres de Teodosio, a los que tuvo la deferencia de hacerles dormir en la habitación señorial, pasando ella a otra más pequeña.
Cuando Teodosio volvía victorioso a su castillo, se le apareció el diablo disfrazado de Basajaun («El Señor de los Bosques») que le hizo creer que su mujer le engañaba con un criado.
Teodosio, fuera de sí, se lanza a galope hacia su casa.
SIGUE
Al amanecer penetra en su palacio y se dirige decidido y enfurecido a su habitación matrimonial con la daga desenvainada.
Entra en la alcoba y apuñala retiradamente a las dos personas que dormían en su lecho convencido de que eran su esposa y el amante de ésta.
Creyendo haber vengado el agravio, sale de casa y sobrecogido se encuentra con su esposa que salía de misa, aterrado, conoce que quienes dormían en su cama y a quienes había asesinado eran sus padres.
Atemorizado por el crimen, va a Pamplona a pedir perdón al Sr. Obispo quien, horrorizado, le envía a Roma para que sea le propio Papa quien le absuelva de su pecado.
Teodosio, arrepentido, va de peregrino a Roma y el Papa le absuelve, poniéndole como penitencia el arrastrar unas gruesas cadenas hasta que por un milagro divino se le desprendieran.
Esto sería el signo inequívoco del perdón divino.
Teodosio, estando retirado en Aralar, un día vio salir de una sima un gran dragón que amenazaba devorarlo, Teodosio, indefenso, cayo de rodillas e imploró la protección de S. Miguel, exclamando ¡San Miguel me valga!.
En aquel momento, entre gran estrépito, apareció el Arcángel, quien mostrando la cruz sobre su cabeza venció y mató al dragón al grito de ¡Quién como Dios!
¡Nor Jaungoikoa bezala!
En aquel mismo momento, Teodosio quedó libre de las cadenas, perdonado por Dios, que le dio una reliquia.
Ya libre volvió a su casa de Goñi donde le esperaba su esposa.
Y ambos, agradecidos a Dios, erigieron un santuario al Arcángel en lo alto de Aralar, al que llamaron San Miguel in Excelsis.