Centrado en mis cosas, sin darme cuenta de lo que me aportan los demás: soberbia…
El creerse el propietario de la verdad suprema, poseedor de la ciencia del bien y del mal, incapaz de reconocer que los demás tengan novedades que aportar sobre un asunto es el pecado más antiguo que se recuerda, origen todos los pecados y que se reconoce como el pecado de soberbia.
Aquí una anécdota descriptiva…
Saber escuchar
Situación: hora punta en una gran ciudad; un autobús, bastante lleno,
con cierta tensión en el ambiente; un matrimonio mantiene una discusión
amistosa sobre un asunto doméstico de poca importancia. Parecía que el
esposo llevaba la mejor parte. Pero al terminar con un argumento que
parecía resolver la cuestión, su esposa, con mucha calma, puso punto
final al asunto.
– Mira Jorge: yo ya sé mi opinión. No trates de confundirme ahora con más datos sobre el particular.