El Santuario de Torreciudad está situado en Huesca (España). Es enorme tanto por su extensión como por la fe de sus promotores. Los terrenos costaron mucho de adquirir: eran más de mil propietarios que tenían que ponerse de acuerdo. Algunos vivían en América.
Los dos abogados encargados de componer el rompecabezas se dirigieron un día a un viñedo y se encararon al propietario. Le pidieron unos terrenos, parte del «rompecabezas», que además estaban muy lejos de su casa y que ni cultivaba, ni utilizaba, ni le servían de nada. Tras hablar un rato, aunque no le explicaron qué se iba a edificar allí, formalizaron el contrato por el que se vendía el terreno por una cantidad de las antiguas pesetas (por ejemplo 50,000pts) y lo zanjaron con un apretón de manos. Eso fue todo: nada de firmas, nada de notarios: un apretón de manos. Lo que estaba claro es que era un precio justo, quizás un poco más de lo que valía el terreno. Quedaron para el lunes siguiente, en que formalizarían todo aquello jurídicamente ante un notario.
El labriego se acercó puntualmente el lunes siguiente, al lugar acordado. Y comentó que su mujer NO QUERÍA VENDER: que tenía unos lazon sentimentales muy grandes con aquella viña. Y les propuso que les pagaría 150,000 pesetas PARA QUE LE DEVOLVIERAN SU PALABRA.
La historia acaba que van a casa del labriego a comer y le cuentan a su mujer qué se iba a construir en aquel terreno. Esta accedió gustosa a la venta.