Kim Phuc tenía solo 9 años cuando un avión del Ejército survietnamita bombardeó su pequeño pueblo de Trang Bang, cerca de Ho Chi Minh (entonces Saigón). Los informes de los servicios militares de Estados Unidos indicaban que no había civiles en la localidad y dieron luz verde al lanzamiento de napalm.

Sin embargo, la pequeña Phuc estaba allí y la famosa instantánea mostró cómo el fuego de las bombas llegó a carbonizar sus ropas causándoles quemaduras en el 65 por ciento de su cuerpo, especialmente en la espalda, cuya piel se llegó a derretir del calo.

Tal y como ha explicado cuarenta años después a la agencia Efe la propia Kim Phuc, hasta el bombardeo «yo era una niña feliz«. En el momento de la fotografía gritaba «¡muy caliente, muy caliente!».

La fotografía fue realizada por Nick Ut, que cubría la guerra de Vietnam para Associated Press. La imagen tomada el 8 de junio de 1972 dio la vuelta al mundo mostrando los horrores de la guerra. De hecho, al fotógrafo le valió el premio Pulitzer.

Cuarenta años después, la entonces niña y el fotógrafo han vuelto a encontrarse gracias a una conferencia organizada por la iglesia baptista de Newport Beach, en el sur de California.Sin embargo, la historia de Kim Phuc no acabó con la bomba sino que es digna de ser contada en una película. Pese a las múltiples secuelas físicas y psicológicas su vida es una historia de superación, de perdón y de lucha contra la dictadura.Y es que la famosa fotografía fue utilizada rápidamente por el Gobierno comunista de Vietnam, que utilizó a la niña como principal reclamo propagandístico. «Yo no quiero vivir más«, decía la desdichada protagonista de la imagen.

Continúa con la historia de su conversión…

Pasaban los años y no le dejaban acudir a la escuela pero su búsqueda de la verdad no disminuyó y comenzó a leer libros y más libros en la biblioteca. Allí se encontró con uno en particular que le cambió la vida: la Biblia. 

«No pude dejar de leerla«, recuerda ahora Phuc.A partir de entonces, su vida tornó en otra dimensión y asegura ahora que «el amor de Dios cambió mi vida» y le pedía a Dios como «limpiar» todo lo oscuro que había en su corazón. «Yo sabía que Jesús murió en la cruz y pagó por mis pecados», indicaba esta vietnamita, que consiguió perdonar a todos los que le habían causado el mal que vivió de niña.Del mismo modo, al ser una heroína para la propaganda comunista se le permitió ir a estudiar en China y más tarde en Cuba, donde aprendió español. Posteriormente se casó con su novio y tuvieron que pasar el viaje de novios en Moscú. Pero ella no quería ni apoyaba ser un símbolo del comunismo y en cuanto pudo huyó del régimen vietnamita.

Durante la luna de miel el avión hizo escala en la región canadiense de Terranova. El nuevo matrimonio desertó y pidió asilo político en el país y allí comenzaron una nueva vida juntos y lejos del comunismo en Ontario.

Ahora Kim Phuc es embajadora de buena voluntad de la Unesco y promueve el perdón y la reconciliación gracias a una fe que pudo adquirir, casi por casualidad, en un país y bajo un régimen que pretendía aniquilar a todo fiel de aquel libro con el que ella se topó. Por ello, ahora ella puede decir cuando se le pregunta: «estoy muy contenta. Pienso que la fotografía es un regalo muy poderoso para mí y creo que el mundo es mejor gracias a ella, porque ha hecho que la gente sea más consciente cuando piensa en guerras».