Me contaba hace unos días un amigo sacerdote que la semana anterior le había ocurrido lo siguiente…
Durante todo el día había estado haciendo tareas en la parroquia: confesar, dar comuniones, redactar partidas de bautismo, etc., lo típico que hace un sacerdote, antes de cerrar la parroquia por la noche una señora le estuvo contando lo preocupado que está por su hijo, dieron las 22:00. Después, cerró la parroquia y se fue a casa cansado del duro día, llegó y no se encendía la luz, con el móvil se fue alumbrando hacía el cuadro de luz y sin darte cuenta, topó con una mesa y se dió un buen golpe, tiró todo lo que había encima de la mesa, «menudo día había tenido el pobre», estaba dolorido y cansado, llegó por fin al cuadro de luz, solo se le había ido la luz en una parte de la casa, subió el diferencial y se acercó a la mesa para colocar lo que había tirado, entonces descubrió que se le había abierto el Nuevo Testamento por el siguiente versículo (Colosenses 3:12):
12 Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, 13 de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. 14 Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
Menuda lección le había dado la Providencia a mi amigo ;)