Llama la atención que ante el mismo incidente, que debe resolverse inmediatamente, la actitud de las mujeres tiende a ser «vamos a hablar» y la de los hombres «vamos a pensar». No hay reglas fijas y nos podemos encontrar con todo tipo de reacciones. Hablando de la generalidad, se puede uno encontrar con dos reacciones diferentes. Cada uno piensa como puede: los hombres se retiran a su «huevo cósmico» donde, en silencio, calibran pros y contras y toman una decisión… Las mujeres prefieren, en cambio, pensar en alto, dialogando con otras y oyendo y oyéndose. No es una crítica barata: es que hombres y mujeres estamos configurados de una manera diferente.
Lee la anécdota del árbitro que decidió tomarse su tiempo…
Lo voy a meditar
Cuando River iba venciendo por 2-0 a Estudiantes en su visita a La Plata por el campeonato de 1932, el delantero local Alberto Zozaya remató al arco y la pelota, tras rebotar en el travesaño, picó de un modo claramente visible dentro del arco. El árbitro De Angelis ordenó que el juego prosiguiera desatendiendo las quejas; pero como los reproches se intensificaron, el árbitro se retiró a los vestuarios. Luego de quince largos minutos, De Angelis reapareció en la cancha, y ante el estupor general, decidió convalidar el gol.