Un cuento de hipocresía

MONCHO SE RESISTE A MORIR

Moncho sintió cuando un transeúnte lo separaba de los fierros del bus. Sólo recordaba  cuando salió de la
fiesta muy ebrio y lo montaron en él.  La noche estaba muy lluviosa–este también parece muerto- dijo otro concurrente que así mismo ayudaba a sacar los cuerpos. En ese instante llegó la ambulancia y un paramédico lo percibió con signos vitales aunque muy débiles

–trasládenlo sin embargo no creo que llegue- le dijo a sus colegas.

Moncho no  podía mover más que los ojos y eso que  sutilmente…

A su lado yacían los cadáveres de sus compañeros de trabajo. 

Puedo reconocerlos, -reflexionó Moncho-.¿En qué estado estoy?

¿Será que estoy muerto?,

-No siento nada-

-¿o estaré  emigrando?

¿Para el purgatorio?-

¿Para el infierno?

¿Y el túnel?

Moncho trajo a la memoria el sermón del cura en su primera comunión:

–    “¿Cómo evitar el Infierno? ¿Cómo evitar, también, el Purgatorio? La receta es clara: buscar la Voluntad de Dios y no la propia, rechazar el pecado. El tiempo que alguien debe sufrir en este estado realmente no es conocido, pero se considera que deberá ser proporcional a la naturaleza y la severidad de los pecados cometí dos. Por tanto, este tiempo podría ser desde unas horas hasta miles de años.«Mientras peor fue la persona, más tiempo deberá purgarse.» ¡¡¡¡Ojo fornicadores!!!

-Creo que me corresponde una larga temporadita donde quiera que vaya -pensaba Moncho-

De repente estaba en un hospital Conectado a un respirador artificial

 -“Presenta trauma craneal severo con hematoma interno y fue intervenido quirúrgicamente, pero su estado es reservado, porque revela muerte cerebral-, Decía el médico a los estudiantes que rodeaban su cama y hacían la practica de Neurología.. 

Lo curioso, era que Moncho a  oía más de la cuenta.

Su oído ahora era biónico y con  la mente lo trasladaba al lugar que le antojara.  Alcanzó a oír la junta de médicos  tres pisos más arriba del suyo;

-Es mejor desconetarlo de una vez, decía el director de los galenos.

–Esta gente pobre suele salir con sorpresas, son duros de morir –añadía el facultativo. 

No hay que arriesgarnos –ese bastardo sabe mucho-En ese instante arribó su mamá. Moncho se emocionó y meditó; mi madre siempre me salva y esta no será la excepción.

La madre de Moncho había llegado al pueblo como prostituta en la época de la bonanza marimbera. Tenía ocho
hijos todos con distinto progenitor y Moncho era el menor y el único que quedaba con ella.

-¿Que esperanzas hay,  doctor? Preguntó su madre –

-Si lo mantenemos conectado al respirador puede durar un día, un año, veinte años, en Fin –.

-Si se le retiran los aparatos pronto estará muerto de manera incuestionable. Esta es la mejor opción –pienso
yo- dijo el médico. Valiente hijueputa,- caviló Moncho-

-La madre se acerco a Moncho le miro a los ojos y le dijo apretándole la mano y acariciándole la frente:

-Hijo mío muchas veces tenemos que tomar juicios tajantes

–¿Si pudieras oírme?

-Debes saber que tu padre es el jefe de la cooperativa de transporte.

 -Lo que me faltaba-pensó Moncho–Moncho premeditaba;  si tan solo pudiera mover un dedo…..

Moncho  trasladó el oído a la oficina del jefe de la cooperativa a la que pertenecía:

-continuaban celebrando

–buen trabajo rojas- le dijo el jefe a uno de sus dependientes.

-Fue fácil jefe, respondió rojas.

– Tan solo fue sacarle el líquido de frenos.

-Murieron todos, menos el desgarbado de Moncho pero ya el médico tiene ordenes del patrón.

 Tiene que estar bien muerto para que le paguen el seguro a su padre que soy yo, Ja ja ja. –Gozaba el jefe-

 -Asesinos,- pensaba Moncho. Alcanzo a oír cuando los médicos rindieron la sentencia. “Desconéctenlo”.

¿Es este?- Preguntó un médico al enfermero.-

 -Ahora sí me llegó la hora: Santa María madre de Dios..-Su madre empezó a abrazarlo- Monchito, Monchito y lo ceñía a su cuerpo.

En ese momento Moncho despertó y miró a su mamá que  le estaba dando palmaditas en el hombro haciéndole señas con el fin de que se levantara para ir a la fiesta de aniversario de la empresa en que laboraba  ayudante de un bus intermunicipal pues era el único oficio que sabía ejercer.

Moncho era sordomudo…

JULIAN GALLEGO MARULANDA