No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio.
Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios.
No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio.
Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios.