A contracorriente en una sociedad de cuerpos duros y cerebros blandos
Es precioso decir que la belleza está en el alma. Pero cuando te das cuenta de que hay tantos que llegan a la madurez sin casarse uno acaba alarmándose…
Mucho más en una sociedad en la que se da culto a la imagen. Los niños de sídrome de Down tienen menos esperanza de supervivencia que los tigres de Bengala.
Por eso si uno tiene que aconsejar a feos, gorditos, o personas que se sientan de alguna manera minusvaloradas o acomplejadas, podrá echar mano de la siguiente anécdota: la esposa jorobada, que felizmente acaba bien...
La esposa jorobada
Moisés Mendelssohn, abuelo del conocido compositor alemán, distaba mucho de ser guapo y apuesto. Además de una estatura algo baja, tenia una grotesca joroba.
Un día visitó a un mercader de Hamburgo que tenía una hermosa hija llamada Frumtje. Moisés se enamoró perdidamente de ella, pero a ella le repelía su apariencia deforme. Cuando llego el momento de despedirse, Moisés hizo acopio de su valor y subió las escaleras hasta donde estaba el cuarto de aquella hermosa joven, para tener la última oportunidad de hablar con ella.
Era tan hermosa, pero a Moisés le entristecía profundamente su negativa a mirarlo. Después de varios intentos de conversar con ella, le pregunto tímidamente:
-¿Crees que los matrimonios se crean en el cielo?,
– Si- respondió ella, todavía mirando al suelo
– Y tú ?…
– si, lo creo – contestó -. Verás: En el cielo, cada vez que un niño nace, el Señor anuncia con que niña se va a casar. Cuando yo nací, me fue señalada mi futura esposa. Entonces el Señor añadió:
– «Pero tu esposa será jorobada».
Justo en ese momento exclamé:
– «Oh, Señor, una mujer jorobada seria una tragedia, dame a mi la joroba y permite que ella sea hermosa»..
Entonces Frumtje levantó la mirada para contemplar los ojos de Moisés, pudo apreciar su belleza interior y un hondo recuerdo la conmovió. Alargo su mano y se la dio a Moisés, tiempo después, ella se convirtió en su esposa.