Dios tiene un plan, un proyecto para cada cosa. Y las cosas son lo que son porque coinciden con ese proyecto de Dios sobre ellas. Los hombres –seres libres- «obligamos » a Dios a tener como dos ideas acerca de nosotros mismos: lo que Él quería y proyectaba, por una parte, y lo que cada uno vamos realizando día a día. Dos líneas que no coinciden del todo, y, a veces no coinciden en nada. Aún los santos más santos han tenido ligeras desviaciones. Y han debido arrepentirse y volver.
La única persona en la que coinciden exactamente las dos líneas es María. María es la que nunca se ha desviado. La Virgen es lo que Dios ha querido que fuese. Cada uno de nosotros somos bastante menos de lo que Dios quería y quiere.
Agustín Filgueiras