“La Historia futura de esa España refundada democráticamente desde 1975 será, por definición, imprevisible, a menudo inquietante y siempre problemática: en ningún sitio está escrito que la historia sea racional o justa. (…). España, en efecto, pudo haber quedado de forma permanente, como Turquía dentro del mundo islámico, o pudo haber cristalizado, como Italia hasta 1861, en una pluralidad de reinos y estados, tal como se constituyó en los siglos XIII a XV. España se asomó a la historia europea con los Reyes Católicos. Fue un imperio universal y la gran potencia hegemónica en los siglos XVI y XVII. Fue, luego, un estado fallido en el siglo XIX y un país en buena medida trágico (Guerra Civil, dictadura de Franco), en el XX.
La historia española no es –quede claro- ni una historia única ni una historia excepcional. Como la historia de cualquier otro país, la historia española es, sencillamente, una historia muy interesante, cuyo conocimiento –una obligación política y moral para hablar apropiadamente de España- plantea un amplio repertorio de cuestiones esenciales. La verdad histórica, escribió Ranke, al fin y al cabo el más importante historiador de los tiempos modernos, es `infinitamente más hermosa e infinitamente más interesante que la ficción novelesca’.”