Música destructiva a saco…
La música que oyen los hijos es responsabilidad de ellos, pero esencialmente de sus padres.
Hay muchos conjuntos de moda que tienen letras destructivas. Intentemos no ir a por lo peor y, a la vez a por algo que esté en todas las casa, de moda. Mago de Oz.
Pongamos una letra de Mago de Oz. Una cualquiera: da igual; la primera que aparezca: de los tres cd que han vendido el primero (íntegramente pagado por sus papás de ellos) se llamó Jesús de Chamberí. Es una versión tan adulterada del evangelio que ponen en boca de Cristo palabras que utilizó para exponer ideas que nunca quiso expresar. Un ejemplo de manipulación destructiva, además de blasfemia y discriminación e intolerancia religiosa.
Jesus de Chamberi
Era una fría noche de Abril.
El cielo se cubrió de sombras,
la lluvia hacía el amor acariciando Madrid
y el Verbo se hizo carne y habitó en Chamberí.
De su profundo sueño despertó
«tumbao» en un banco en medio de la plaza
envuelto entre sábanas de frío y cartón
a flor de piel su rabia y en su mirada la razón.
«Escuchad mi palabra
un mandamiento nuevo os doy:
derribad las naciones,
con tolerancia y a golpes de amor».
Mi reino no es de este mundo
y en mi patria no se pone el sol
donde la paz aborta nacen sus fronteras
mi ejército el instinto y por juez el corazón
Mi política es la libertad,
y soy el rey de los oprimidos
por cada preso de conciencia que encarceláis
el miedo y la ignorancia a vuestra piel encadenáis
«Escuchad mi palabra
un mandamiento nuevo os doy:
derribad las naciones,
con tolerancia y a golpes de amor».
En un callejón
Sara vende su amor
alquila SIDA hasta las dos
rogando a Dios que calme su dolor
Huid del sexo -dice un predicador-
porque es maligno y fuente de pecado,
os dejo un mandamiento nuevo: haced el amor,
y no pongáis al campo puertas que no he puesto yo.
Como discípulos a doce eligió:
dos prostitutas, cinco ex-presidiarios,
dos inmigrantes negros y un poeta de Rock,
a Pedro el vagabundo y a un toxicómano menor
«Escuchad mi palabra
un mandamiento nuevo os doy:
derribad las naciones,
con tolerancia y a golpes de amor».
Padres, atentos: no hay que chuparse el dedo.
La influencia de la música destructiva en los adolescentes
Me ha llamado la atención el artículo publicado por Malvina E. Bush en «El Nuevo Herald» en el que califica «como destructiva» a «la música de ritmo excitante o hipnótico cuya letra es sexualmente explícita o violenta; música que habla de sacrificios humanos, el asesinato de otros, crueldades sadomasoquistas, sexo oral y en grupo; denigración y violencia contra la mujer.
Ahí tenemos como ejemplo vívido la popularidad de los raperos Eminem, Ice Cube, Snoop Dogg, Ice T, e incluso de Janet Jackson, cuyo último album All For You acaba de prohibirse en Japón por el uso de palabras obscenas y descriptivas del acto sexual. Esta es la música que los muchachos de hoy escuchan en la radio y en las discotecas; los discos y vídeos musicales de pop, rap, rock, que compran e intercambian con otros», señala.
Los lectores que hayan leído mis artículos sobre este asunto, saben que comparto sólo en alguna medida esta opinión que, con ser cierta, pienso que no debe absolutizarse. En un próximo artículo expondré esos matices, pero me parece de gran interés dar conocer los datos aportados por Malvina.
La letra de música -dice la articulista- como vehículo de expresión romántica o sexual no es nada nuevo, desde las apasionadas óperas del siglo pasado hasta los Rolling Stones, pero todos están de acuerdo en que las letras se han vuelto más crudas, más explícitas, más violentas.
Ciertamente, las canciones populares siempre han jugado un papel importante en el aprendizaje de la juventud y en la comunicación de la cultura. Los niños aprenden de los modelos que ven y que escuchan. Y si bien es cierto que la mayoría de los padres están preocupados con esto, también es cierto que según los hijos van creciendo, los padres van prestando menos atención a la música y los vídeos que éstos ven y escuchan.
En el caso de padres hispanos –con conocimientos limitados del inglés, y aun conociendo el idioma, desconociendo las frases, modismos y «gangsta rap» que se «dispara» con rapidez verbal en las canciones– es mucho más difícil para el oído no entrenado en la nueva fonética, saber los temas de que tratan las canciones… la violencia descriptiva, los ritos satánicos, el sexo enfocado en sadismo, incesto, masoquismo, la violencia y devaluación hacia las mujeres. Sí, mucho más difícil, al punto de que «no entienden nada».
Algunos padres ni siquiera quieren saber.
Compartir los gustos musicales entre las generaciones puede ser una experiencia agradable. Hemos visto como muchos padres e hijos disfrutan de los Beattles, Pink Floyd, Elton John, e incluso han asistido juntos a los conciertos de los Rolling Stones y muchos otros grupos de rock and roll de la pasada generación. Pero también la música con frecuencia es una parte muy importante del mundo privado del adolescente. Es normal que los muchachos quieran escuchar sus canciones solos, sin la presencia de adultos, especialmente los padres.
Se trata de un equilibrio muy delicado, una «cuerda floja» que los padres caminan. Por un lado deben respetar el deseo de privacidad de los hijos y por otro, no olvidar que aún tienen el control sobre ellos y pueden ser firmes sobre lo que ven y lo que oyen, siempre ayudándolos a comprender e identificar la música o los vídeos potencialmente destructivos. Una discusión abierta y franca, sin críticas, es de invaluable ayuda. Pero no es fácil.
Jaime Cosgaya