¿Para qué unos días de retiro?
El ritmo de los acontecimientos nos introduce fácilmente en una espiral de ruido y ajetreo, que hace difícil pararse a reflexionar sobre nuestra fe y preguntarnos ¿qué me falta? ¿qué puede dar sentido a mi vida? Es como descubrir un vacío que la abundancia de cosas no logra colmar.
El corazón del hombre es un espacio que nunca acaba de sentirse satisfecho. ¿Qué necesita? Un experto en esa aventura del corazón que busca el sentido -San Agustín de Hipona- expresó con sencillez la experiencia de su búqueda: Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.
Los días de retiro son días de paz y serenidad. La soledad y la tranquilidad libremente buscadas, la meditación en torno a la figura y las palabras de Jesús, su presencia eucarística en el sagrario, hacen posible el diálogo y el encuentro personal de cada una y de cada uno con ese Dios que nos ama tanto. Conocer y amar a Jesús, conocernos a nosotros, hacernos capaces de amar de verdad a los demás: tres cosas fundamentales en las que merece la pena invertir una pequeña parte de nuestra vida, con la ilusión de mejorar -como hicieron los cristianos de los primeros siglos- el mundo en que vivimos.
De D. Angel Cabrero, Madrid