Las mejores muletas
Un señor, medio paralítico, caminaba prácticamente arrastrando los pies y apoyado en dos muletas, montó una pequeña empresa. Con ella sacó adelante una numerosa familia. Al final de su vida dejó la empresa a uno de sus hijos, que llevaba ya varios años trabajando con él.
Este hijo decía, hablando de su padre, que le había visto caerse infinidad de veces. Pero que jamás se daba por vencido: se levantaba y seguía luchando. Y añadía:
-A mi padre se lo debo todo. Pero lo que más le agradezco es el coraje, el espíritu de sacrificio y el amor al trabajo que me ha contagiado.
Coraje, espíritu de sacrificio y amor al trabajo. Esas son las mejores muletas. Y esa es la mejor herencia que un padre puede legar a sus hijos.
Claro que esa herencia no se trasmite con los papeles. Se trasmite por contagio.