Víctima de asedios y derribos
A lo largo de los siglos, la catedral de Notre Dame ha sido objeto de numerosos derribos y asedios que provocaron su reconstrucción.
Las gárgolas son uno de los elementos arquitectónicos más característicos de la catedral de Notre Dame, las cuales tienen como principal función evacuar el agua de los tejados. Sin embargo, por alguna extraña razón, las quimeras y gárgolas que adornan la catedral de Notre Dame están rodeadas de un sutil halo de misterio, quizá en parte debido a la leyenda que gira en torno a su presencia en el monumento.
Se dice que el día en el que Juana de Arco fue quemada en la hoguera, a la caída de la noche, las gárgolas despertaron y abandonaron su caparazón de piedra con la intención de vengar su muerte y arrasar la ciudad. Desplegaron sus alas y sobrevolaron París causando el terror de sus habitantes. A la mañana siguiente, cientos de cadáveres pertenecientes a la muchedumbre que había acudido a presenciar la muerte de la heroína, inundaban las calles de la ciudad.
Hoy día, las gárgolas aposentadas en los vértices de las torres de la catedral observan la ciudad vigilando expectantes el devenir de los siglos sobre la Ciudad de la Luz.