Desde lo alto del cielo, Dios observaba a Noé y su familia con atención mientras comenzaban a construir el arca. Podía ver a Noé, un hombre justo y perfecto en sus generaciones, trabajando arduamente, siguiendo las instrucciones que le había dado. Noé se dedicaba con diligencia a la tarea de construir el arca con madera de gofer, siguiendo las medidas precisas que Dios le había proporcionado.
Dios podía ver cómo Noé, con la ayuda de sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, construía los aposentos en el arca y la calafateaba con brea por dentro y por fuera. Cada clavo, cada tabla, cada detalle era cuidadosamente colocado bajo la dirección de Dios. Noé se aseguraba de que todo estuviera de acuerdo con las instrucciones divinas, cumpliendo fielmente con lo que se le había encomendado.
Dios también observaba cómo Noé construía una ventana en el arca y la colocaba a un codo de elevación por la parte de arriba. Podía ver cómo Noé ponía la puerta del arca a un lado y le hacía piso bajo, segundo y tercero. Todo se desarrollaba según el plan divino.
Dios veía cómo Noé y su familia trabajaban en medio de las burlas y la incredulidad de la gente que les rodeaba. Pero Noé no se desanimaba, sino que continuaba obedeciendo las instrucciones de Dios con fe y determinación. Dios admiraba la valentía y la dedicación de Noé y su familia, mientras perseveraban en la construcción del arca a pesar de las dificultades y las críticas.
Dios también podía ver cómo Noé, siguiendo sus instrucciones, reunía a dos de cada especie de animales, aves y reptiles, macho y hembra, para llevarlos al arca. Observaba cómo Noé y su familia almacenaban alimentos para el viaje y se preparaban para la gran inundación que estaba por venir.
Finalmente, llegó el día en que el arca estuvo completa. Dios vio cómo Noé y su familia entraban en el arca, junto con los animales que habían sido recogidos. Los vio cerrar la puerta del arca, y entonces comenzó a enviar las aguas del diluvio sobre la tierra.
Desde el cielo, Dios cuidaba de Noé y su familia, protegiéndolos durante los largos días de lluvia y la posterior inundación. Vio cómo el arca flotaba en medio de las aguas, asegurando la seguridad de Noé y su familia, así como de los animales que estaban con ellos.
Dios estaba complacido con la obediencia de Noé y su familia, y cómo habían seguido fielmente sus instrucciones. A través de todo el proceso, Dios estuvo con ellos, guiándolos y protegiéndolos en todo momento, porque habían establecido un pacto con Él.
Finalmente, después de cuarenta días y cuarenta noches, las aguas comenzaron a disminuir. Dios vio cómo el arca descansaba en las montañas de Ararat y cómo Noé y su familia salían del arca, junto con los animales que habían sido preservados.