El demonio no podía permanecer indiferente ante tanta santidad
de Rosa, y que tantas almas llevaba al cielo. Envidioso y padre de
la mentira, se le presentaba de distintas formas para hacerla sufrir.
Pero ella, valiente como siempre, todo lo ofrecía con amor a su
esposo Jesús.
Catalina de santa María, terciaria dominica, declara: La bendita
Rosa dijo a esta testigo que en uno de los días, el patón tiñoso le
había escondido una cosa de la que ella tenía mucha necesidad.
Esta testigo presumió que era la disciplina; y para vengarse del demonio por la burla que le había hecho, vio esta testigo que hizo
que un hermano suyo llamado Andrés, le pintase en un papel la
figura del demonio y, porque se lo había pintado con la figura
hermosa, riñó con su hermano, diciéndole: ¡Qué mal hermano me
dio Dios que fue a pintar al tiñoso hermoso! Y le rogó a otro
hermano suyo, llamado Antonio, que se lo pintase feo y así se lo
pintó muy feo y, después de haberlo pintado, lo echaba al suelo y
lo azotaba y pisaba y escupía en él y hacía que esta testigo y otra
hermana de esta testigo hiciesen lo mismo.