Un homenaje a los buenos profesionales, que sobresalen en este imperio del mediocre.
MATÍAS PRATS ÍNTIMO
El presentador del que nadie da malas noticias
Lleva 31 años delante de las cámaras, nunca ha estado en el paro y su fuerza como comunicador ha crecido a medida que pasaba el tiempo. Tanto, que desde hace dos años es el líder de su franja horaria con “Noticias 2”, el informativo con el que Antena 3 ha logrado batir al hasta entonces intocable “Telediario” de las 21.00 horas en TVE. A sus 55 años, este periodista capaz de bromear en directo en un noticiario es por una vez el entrevistado.
Sigue esta anécdota – contribución…
Antes de que la grabadora se ponga en marcha, Matías Prats Luque (Madrid, 1950) pide una botella de agua. «Que sea del tiempo, por favor», advierte a su asistente de prensa. Su cautela es lógica: los presentadores de informativos tienen que cuidar su voz con el mismo celo que los cantantes de ópera, y este veterano periodista (31 años de brillante carrera) no deja de ser una especie de Plácido Domingo de los telediarios. Haciendo gala de su proverbial empatía, cuando pido lo mismo que él –con la excusa de no encadenar dos catarros– me confiesa su truco casero para no constiparse: «Desde hace dos años, antes de irme a la cama, me tomo dos botes de Actimel. Chico, no sé si será por el efecto placebo, pero el caso es que a mí me funciona». A pesar de su faceta de hombre-anuncio, de cerca sus palabras suenan tan convincentes, su voz es tan cadenciosa y su sonrisa tan amigable que, al término de la charla, acabas teniendo una fe ciega en las propiedades del L. casei imunitas. Si Matías lo dice…, hay que creerlo. Su inconfundible rostro transmite credibilidad. «Más que un buen presentador, es un excelente comunicador. Su voz es profunda y agradable, sabe manejarla e interpreta muy bien las noticias», señala Carles Marín, profesor de Periodismo Audiovisual en la madrileña Universidad Rey Juan Carlos. Matías tiene «naturalidad, encanto y sentido del humor», añade Eduardo García Matilla, presidente de la consultora Corporación Multimedia. «Y, además, consigue el consenso familiar: cae bien a las mujeres y no resulta agresivo para los hombres, mientras que el típico macizo puede crear cierto recelo. A cualquiera le encantaría tenerlo como yerno, cuñado o amigo». No es extraño que los anunciantes se lo rifen para potenciar su imagen de marca. Desde ING Direct a Unión Fenosa pasando por Antena 3, su empresa, que recientemente utilizó su cara de chico sin dobleces para promocionar sus informativos. ¿El lema? «Cuestión de confianza».
–No habrá fichado como chico danone…
–Bueeeeno, me tantearon, pero al final la cosa no fraguó.
–¿Y qué fue de su cuenta naranja?
–Después de cinco años con los amigos de ING Direct, nos hemos dado un descanso. Ahora he empezado una gran campaña de la mano de Unión Fenosa. Doy consejos a los usuarios sobre cómo mantener mejor la calefacción o cómo sacarle el mayor partido al gasto de luz. No me gusta la sobreexposición mediática, porque bastante salgo aquí. Por si fuera poco, la cadena me ha fichado para el espacio deportivo Territorio Champions, pero una vez que acepto un proyecto me implico absolutamente con él.
–La hidroeléctrica le regalará acciones…
–No (risas), aunque me compensan anímica y crematísticamente.
–Matías, ¿se considera una persona de fiar?
–Sí, yo creo que sí. No soy capaz de engañar ni de mentir a mi audiencia. La respeto mucho, y quizá por eso tenga una posición privilegiada en los medios.
El «alumno más aventajado» del mítico Matías Prats Cañete –cita constantemente a su padre como referente ético y profesional– viste traje azul marino de corte clásico, es delgado como un figurín y no aparenta los 56 años que está a punto de cumplir. Ni canas ni arrugas alarmantes. ¿Le preocupa que le veamos envejecer en pantalla? «Al contrario: es algo que hay que vivir con normalidad y naturalidad», dice. Ni bótox ni liftings. «Estaría cojonudo que ahora saliera yo con cara de niño. ¡Me comprometo a no operarme! Si hace falta, que me hagan una transfusión de sangre, pero nada más».
Animal televisivo. A pesar de su estatus de estrella de la comunicación [según mentideros digitales, cobra en torno a 2,5 millones de euros anuales, sin contar sus honorarios por publicidad], no va de divo. Ni siquiera tiene despacho propio en Antena 3, cadena a la que llegó en 1998 procedente de TVE, donde se dejó la piel durante 23 años. De hecho, la conversación tiene lugar en el despacho de Óscar Vázquez, director adjunto de los informativos de Antena 3 y del informativo Noticias 2. Humilde hasta decir basta, se considera una pieza más de la redacción. No se prodiga en los medios –«para eso ya está la Obregón»– y, cuando accede, tiene que ser empujado por sus compañeros. «Te habrán dicho que no me gustan las entrevistas», previene, rematando la frase con una tímida sonrisa.
Casado y padre de dos hijos de 21 y 18 años (el mayor, Mati, cursa 40 de Ciencias de la Información, y la pequeña, Marta, ha empezado Educación Infantil), es muy celoso de su intimidad y de la de toda su familia. Cuesta encontrarle un defecto. «Solemos reprocharle que hiperactúa ante gente que no conoce; se protege tras su personaje de presentador y no deja traslucir su lado más cálido», señala su jefe y amigo Óscar Vázquez. Y acto seguido se deshace en elogios: «Como persona es leal, campechano, tolerante, muy familiar y amigo de sus amigos. Como profesional, te facilita mucho las cosas. Es riguroso, exigente consigo mismo y creíble en todo lo que hace. Convierte una noticia banal en interesante y sabe cómo enganchar al espectador. Además, es muy honesto y equilibrado: si cree que hay un juicio de valor en el telediario, lo dice».
Es todo un gentleman. Incluso en los negocios. César González-Bueno, director general de ING Direct, lleva siete años tratándole de cerca. «Ahora entiendo por qué le quiere la cámara. Matías es como se le ve: sencillo, simpático, honesto y con gran sentido común. Se compromete; sin alardes, pero con determinación… Es fiel incluso a su peluquero». –Me está costando que alguien hable mal de usted…
–¿Has buscado bien?
–Con denuedo.
–Alguien habrá; si no tienes ningún rival, ningún enemigo, igual estás fallando en algo. –Dicen que a veces saca al personaje y esconde a la persona.
–Quizá mi personalidad no quede plasmada en las entrevistas o cuando estoy haciendo un trabajo que en teoría debe ser serio y riguroso, como puede ser un informativo. Pero algunas veces he dejado fluir esa fórmula que tengo para encarar la vida, con cierto optimismo y relajación.
Lo cierto es que últimamente tiene motivos para estar muy relajado. Por segundo año consecutivo ha sido elegido el profesional con mejor imagen de la televisión de España, según el índice de imagen del Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual (GECA). Un índice basado en 3.200 entrevistas a domicilio sobre más de 350 personajes televisivos, a quienes el público califica, en una escala del 0 al 10, en conceptos como popularidad, simpatía, naturalidad, atractivo físico y personalidad. Él encabeza el ránking con una puntuación de 8,06, seguido de Jesús Vázquez (7,8) y de Bertín Osborne (7,6). Es el presentador «más experto, popular y simpático», según la empresa de medición de encuestas TNS. Y para redondear la faena, su informativo (Antena 3 Noticias 2) es el líder absoluto de audiencia de los dos últimos años, con un 24,2% de share y 3.060.000 espectadores de media, desbancando así al hasta entonces imbatible Telediario de las 21.00 h. en TVE. En este periodo, ha liderado el 81% de las emisiones informativas de prime time. O dicho de otra forma: Matías Prats chupa más cámara que Bart Simpson.
–¡Está que se sale!
–En el colegio nunca conseguí esas notas, salvo la matrícula de honor que saqué en gimnasia. Me sorprende que el público me quiera tanto. Que los telespectadores te coloquen en ese pedestal es un orgullo, pero no deja de chocarme que un periodista como yo se atreva a colarse entre actores o cantantes. Nosotros solemos ser muy aburridos…
–¿Sería viable que intercambiara papeles con Jesús Vázquez, que él condujera su informativo y usted Operación Triunfo?
–No me extrañaría que Jesús fuera capaz de hacer un informativo. En cambio, yo no tengo cualidades para conducir OT. Llegué a presentar un magazine (Gente), y no sé cómo el público me ha perdonado tantos cambios de registro. Ahora estoy en una situación de privilegio en la que no veo a muchos compañeros, la verdad.
–Ese privilegio se lo ha ganado a pulso…
–Hay un dato fundamental: mi contacto directo en el tiempo con la gente: llevo 31 años en la profesión, y de éstos, 15 presentando informativos de forma ininterrumpida. No he estado nunca en paro; nunca me ha faltado programa. Y eso crea una proximidad y una familiaridad con el público. En España es impensable que los presentadores se mantengan 25 ó 30 años en pantalla, como ocurre en EEUU.
Grandes cualidades. El presentador de un noticiario representa el último eslabón de la cadena de producción y se erige, en cierto sentido, en transmisor de la imagen corporativa de la cadena. «Los anglosajones definen a esa figura como el anchorman, es decir, el atleta que corre el último tramo en una carrera de relevos», señala Alejandro Salgado, profesor de Comunicación Interpersonal y Presentación en Televisión en la Universidad Pontificia de Salamanca. Salgado es autor de una tesis sobre las Cualidades del presentador de informativos de televisión. A saber: «Profesionalidad, imparcialidad, personalidad, experiencia, autoridad, concentración, tranquilidad, claridad, buena imagen y buena voz». En opinión de este experto, «la proyección de la personalidad de Matías Prats ante las cámaras, durante tantos años, le ha permitido sacar ventaja respecto a sus colegas, calar en la audiencia con mayor fuerza, cercanía, presencia y recuerdo».
¿Y qué nota le pondría al chaval? «Sobresaliente cum laudem por unanimidad», responde el profesor sin dudarlo.
Nuestro atleta es un corredor de fondo. Con estudios en Derecho y Periodismo, tuvo su primer contacto con el micrófono a los 19 años. «Empecé en la Voz de Madrid, donde mi padre tenía un programa deportivo; de lo contrario, no me hubieran dejado. Era bastante malo, bastante corto y muy tímido, la verdad. Mi labor consistía en conectar con los campos y cantar los goles: ‘Conectamos con el Benito Villamarín. ¡Goool del Sevilla! ¡Se adelanta el Sevilla, 1-0 ante el Real Madrid’», recuerda. Es un placer escuchar su voz a medio metro de distancia: suena tan vibrante que es fácil imaginar el griterío de la afición. Ha metido el estadio en el despacho. «Como mi padre, yo hablo también con cierta pausa, enfatizando algunas frases para que el espectador las retenga. Uno de los consejos más importantes para un presentador es que te entiendan. Yo tuve la fortuna de que eso me ha venido por los genes. En ese sentido, creo que tengo una voz bastante apta para el medio».
Más de tres décadas. En 1975 dio el salto a la tele con Redacción de noche, de la mano de Joaquín Arozamena. Año tras año, el niño que soñaba con ser deportista ha acabado cubriendo ocho Juegos Olímpicos, seis Mundiales de Fútbol, varios torneos de tenis (Roland Garros, Wimbledon, Copa Davis) y de golf (Masters de Augusta, Ryder Cup)… En 1990 dirigió en TVE Estudio Estadio y más tarde Fútbol de Primera y Sólo Goles. Durante sus 23 años en la cadena pública sobrevivió a «10 o 12» directores generales, toda una satisfacción personal. Hasta que en 1998 se incorpora a los informativos de Antena 3. A lo largo de sus 31 años delante de las cámaras, Matías ha entrado en el salón de nuestras casas para contarnos el 23-F, la caída del muro de Berlín, el triunfo de Arancha Sánchez Vicario en Roland Garros, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, los atentados contra las Torres Gemelas, la masacre del 11-M, la boda de las Infantas y del Príncipe… «¡Los he podido casar a los tres!».
–¿Cuál ha sido la retransmisión más grata y cuál la más amarga?
–La más grata, quizá la de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992), junto a Olga Viza. En la clausura, los dos acabamos llorando de alegría. La más amarga, el duelo por Miguel Ángel Blanco (1997). Una hora y media después del homenaje por las calles de Bilbao, con todas las fuerzas democráticas pidiendo su libertad, recibimos la noticia de que lo habían asesinado… Estábamos en el hotel unos tíos hechos y derechos y nos echamos a llorar de indignación y dolor. También me rompí cuando mataron a nuestro compañero Ricardo Ortega en Haití (2004).
–¿Alguna vez ha llegado a llorar delante de las cámaras?
–A mí se me escapa muy fácilmente la lágrima, lo que pasa es que en mi profesión lo tengo prohibido. Y soy yo quien me impongo ese comportamiento: no puedo hacer algo que no esté a la altura de lo que se espera de un presentador de informativos. El presentador tiene que ser lo bastante próximo como para que la gente se entere de lo que hay y lo bastante distante como para no afectar con sus emociones a su público.
–¿Sigue conservando la ilusión?
–Sí, y eso me evita caer en la rutina y el aburrimiento. Pero es una ilusión que se ha ido adaptando a la madurez y al tiempo. Cuando empecé era el amo del mundo y me comía lo que me pusieran por delante. Y ahora no. Con el tiempo he ganado en perspectiva, en raciocinio, en sentido común y, por supuesto, en experiencia. Distingo mejor dónde está la noticia, la buena, la que quieren nuestros espectadores.
–¿Y qué noticias le importan?
–Las que le importan a la gente: la vivienda, la seguridad en la carretera, los malos tratos… Y, por supuesto, la política. Eso de decir que la política no interesa me parece una gran equivocación. No obstante, un informativo no tiene por qué ser aburrido. Mi obligación es informar, pero ¿por qué lo voy a hacer de forma plúmbea? Quiero informar y quiero entretener. El espectador no admite que seas un tostón. –Sus coletillas humorísticas son ya marca de la casa.
–Empecé a soltar chistes en TVE, pero llegó un momento en que me costaba muchísimo trabajo, porque la actualidad se había puesto muy negra, muy enlutada, y no me salía. Yo mismo me autocensuraba. Ahora parece que las cosas están más relajadas, y si viene al pelo…
Para muestra, dos botones. La primera noticia está ambientada en un colegio de Primaria que ha analizado las profesiones más deseadas por sus escolares. La mayoría de los niños varones declaran que de mayores quieren ser Fernando Alonso, el nuevo superhéroe; menos uno, que se conforma con ser «pastor de caracoles». Matichiste 1: «En fin, se moverá poco». La segunda noticia habla sobre las incomodidades de los astronautas en la estación espacial MIR. Matichiste 2: «Estarán apretados pero… ¿Y las vistas?». A veces, los cámaras no consiguen contener la risa. Como aquella ocasión en que sacó en directo su caña de pescar –es un gran aficionado a la pesca– para anunciar a la audiencia el comienzo de sus vacaciones.
En la redacción de Antena 3 Noticias 2 le llaman «el abuelete», un sobrenombre que él fomenta salpicando sus conversaciones con un vocabulario cervantino. «Es una política que yo sigo para sacarles de sus casillas», bromea. Lo que sí le obsesiona es encontrar la palabra justa para llamar a cada cosa por su nombre. «De crío, jugaba con mi padre a abrir el diccionario al azar y a pronunciar en voz alta la palabra más rara que encontrase. Él conocía el significado de todas, ¡no le pillaba ni una!». El viejo Matías murió hace más de dos años, «pero ha sido después de su muerte cuando más cerca lo he sentido. TVE y RNE me han cedido todos sus archivos para el museo de Villar del Río (Córdoba) y me he tenido que escuchar cientos de conferencias y entrevistas suyas. Además, si mi familia me lo admite [tiene una hermana, ex azafata de tierra de Iberia, y un hermano abogado, ‘muy, muy serio’], procuro llevarlo en el coche de vez en cuando», se emociona.
Sus parejas. Ahora presenta el noticiero en solitario, pero ha tenido muchas novias de plató. «Siempre me ha gustado presentar en pareja; no sé por qué ahora me tienen castigado». Cuando cumplió 30 años de profesión invitó a cenar a todas sus ex: Victoria Prego, Clara Isabel Francia, Isabel Tenaille, Rosa María Mateo, Olga Viza, Elena Sánchez, Ana Blanco, Almudena Ariza y Susanna Griso. Excepto Prego y Ariza, que excusaron debidamente su asistencia, todas acudieron a la llamada de su incombustible partenaire.
Rosa María Mateo, Olga Viza y Susanna Griso, que le adoran, podrían representar tres largos noviazgos en tres décadas diferentes.
Rosa María Mateo: «La primera vez que hicimos una prueba juntos, le dije a Ramón Colom, ex director de TVE: ‘Supongo que no dejarás a Matías presentar sólo deportes’. Yo creo que su estilo ya lo traía de casa. Siempre lo ha hecho así de bien. ¿Evolución? Sigue siendo el mismo».
Olga Viza: «Coincidimos por primera vez en el Mundial de España del 82. Es un artista en lo suyo, una marca en sí mismo. No ha dado bandazos. Con él he aprendido a saber dónde están los límites y a medir las palabras. Tiene un punto travieso, pero lo enseña y lo vuelve a esconder. ¿Una anécdota canalla? Mundial de Italia, año 90. Presentábamos un programa nocturno. Esa noche, Il mondo, la canción de Jimmy Fontana, ilustraba un vídeo sobre el jugador del día. ‘¿Bailas?’, le pregunto al iluminador. Pero Matías se adelanta y me dice: ‘No, tú bailas conmigo’. El realizador nos pilla a los dos agarrados y él suelta: ‘Perdonen ustedes, pero llevamos mucho tiempo juntos’».
Susanna Griso: «Desembarcamos el mismo año en Antena 3, en 1998, y hubo flechazo. Con él he aprendido a sobrellevar los momentos complicados sin perder los nervios. Es la persona con más inteligencia emocional que conozco. Le llamamos El Abuelo, pero es muy joven de espíritu. No eres consciente de lo popular que es hasta que paras en un bar de carretera y la gente se le queda mirando como si se le hubiera aparecido la Virgen. Yo de mayor quiero ser como Matías: en los avisos de cumpleaños que publica la prensa siempre le quitan años, y en las entrevistas le añaden la carrera de Filosofía y Letras, que hizo su padre».
–¿Le hubiera gustado tener a Letizia Ortiz en su elenco?
–Sí, era muy buena, y a mí me gustaba mucho. Hubiera aprendido de ella como de todas las demás.
La conciliación laboral fue una de las reivindicaciones más perentorias de Matías cuando aterrizó en Antena 3. Atrás quedaban jornadas maratonianas en las que llegó a aparecer en tres telediarios distintos. O los extenuantes Juegos Olímpicos de Atlanta, un mes entero durmiendo sólo cuatro horas al día, «los ojos como brótolas». Su nuevo horario le permite tener más tiempo libre. Por las mañanas suele correr por los alrededores de su urbanización del parque del Conde de Orgaz –según Olga Viza, que le ha visto en bañador, tiene piernas de alambre–, jugar al pádel o al golf. «Yo sólo le he visto enfadarse después de enviar una segunda bola al agua en un hoyo de golf y estropear un buen partido», se parte de risa su colega y amigo Lorenzo Milá, presentador de la segunda edición del telediario en TVE. «Somos rivales cada día a las nueve de la noche, y a los dos nos encanta esa batalla. Pero somos muchas más cosas. Matías sabe que puede contar conmigo en las ocasiones en que competimos por el mismo premio y él no puede asistir a la entrega. Y viceversa. Es una forma de desdramatizar la tensión de la lucha por la audiencia», concluye Milá, que hasta el momento le ha recogido dos premios al Mejor Comunicador otorgados por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. Entre otros muchos trofeos, el presentador de Antena 3 guarda en la vitrina dos Premios Ondas, una Antena de Oro y un TP de Oro. El pasado agosto, Matías viajó a Mónaco para retransmitir la Supercopa de Europa. Durante 48 horas compartió habitación con un prometedor periodista de Radio Marca: su hijo Mati, de 21 años, la tercera generación de los Prats. «Él pone énfasis en que me prepare bien y que tenga mi estilo propio. Pero, inconscientemente, tiendo a imitarle», confiesa la joven promesa. Que no se preocupe. No hay mejor espejo donde mirarse.
Sus chistes
- Estarán apretados pero… ¿Y las vistas?, soltó en directo tras una información sobre las incomodidades de los astronautas de la estación espacial MIR.
- En fin, se moverá poco, apostilló cuando un chaval dijo que de mayor quería ser “pastor de caracoles”. La información que acababa de presentar estaba ambientada en un colegio en el que la mayoría de niños confesaba que soñaba con ser como el campeón de Fórmula 1, el asturiano Fernando Alonso.
- ¡Esto de tener niños en casa…!, espetó en el informativo del día de Reyes. Para acompañar a esta declaración de ánimos, se sacó de la chaqueta varias figuritas de romanos…
- ¡No a mí!, exclamó mientras hacía un gesto como para esquivar un golpe. Acababa de anunciar que Naomi Campbell había agredido a una de sus empleadas con un teléfono móvil.
- Mucha ingravidez…, pero poca gravedad. De esta forma remataba una noticia sobre la hazaña de un equipo de médicos franceses que acababa de operar a un hombre en estado de ingravidez por primera vez en la historia. Fue a bordo de un avión y al paciente se le intervino un tumor de grasa en el antebrazo.
Comienzan las vacaciones. La expresión no tendría nada de particular a no ser porque en el momento de anunciarlo mostró en pantalla su caña de pescar. La tenía preparada para la ocasión.
por Juan Carlos Rodríguez
Extraído de aquí.