A la orden
En un cuartel de la Guardia Civil, después de una charla religiosa del capellán, uno de los “números” explicaba al sacerdote cómo hacía el ofrecimiento de obras por las mañanas.
– Una vez vestido y uniformado – decía-, con el tricornio puesto, me cuadro delante de un crucifijo bastante grande que tengo en mi habitación. Le saludo militarmente y le digo: ¡A tus órdenes!.
– Estupendo, para un hombre con espíritu militar -apostillaba el sacerdote -. Procura luego, a lo largo del día, estar atento a sus órdenes.
Continúa la anécdota con una breve reflexión…
Estupendo gesto para empezar el día un militar. Y estupenda la actitud que demuestra ese gesto.
Ahora bien, una buena parte de las “ordenes” de Dios a lo largo de cada día, van a referirse a nuestro trabajo profesional. Por voluntad divina tendremos que dedicarle muchas horas.
Agustín Filgueiras Pita, Sacerdote