Decidí comenzar mi visita por la ciudad, así que me dirigí hacia el centro histórico, donde pude admirar la majestuosa Catedral de Burgos, una impresionante obra arquitectónica que data del siglo XIII. Su impresionante fachada gótica con sus torres y su rosetón, me dejó boquiabierto.
Después de admirar la Catedral, decidí ir a la zona de la Plaza Mayor, donde me encontré con un ambiente alegre y animado. Allí me detuve en uno de los bares de la plaza para tomar un aperitivo y probar algunos de los platos típicos de la región, como las morcillas, el queso y el jamón.
Ya con la barriga llena, decidí ir a la Cima Castro Grande, un lugar que me habían recomendado. Comencé una caminata por un sendero que serpenteadaba por la montaña, pasando por paisajes de ensueño y con la compañía de la brisa fresca que soplaba.
Después de una caminata de una hora y media, llegué a la cima de Castro Grande, que se elevaba a 1094 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, pude admirar una vista impresionante. La sensación de estar en la cima, con el viento soplando y con la vista panorámica ante mis ojos, fue algo indescriptible.
Ya de vuelta en la ciudad, decidí caminar por el río Arlanzón, un hermoso lugar para relajarse y disfrutar del ambiente tranquilo de la ciudad. La vista del río con la Catedral de Burgos al fondo, fue una imagen que se me quedó grabada en la mente.
Así, terminó mi día en Burgos, una ciudad llena de historia y belleza natural. Sin duda, fue una experiencia inolvidable que me llevó a conocer lugares maravillosos y a disfrutar de la naturaleza y la cultura de la región.