Con su habitual y genial ingenuidad enseñaba el Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, que la comunión espiritual es semejante al soplo del fuelle sobre el rescoldo de unas cenizas que empiezan a apagarse: «Cuando sintamos que el amor de Dios se enfría-decía-, ¡pronto: una comunión espiritual!». Se cuenta también de él que, hallándose una vez muy afligido porque sólo le era dado comulgar una vez al día, cayó en la cuenta de su error al reflexionar que podía hacerlo con el deseo un número ilimitado de veces.
Cfr. J. M. Iglesias Una costumbre cristiana: las comuniones espirituales