LOS SACRIFICIOS DE CUARESMA
Mantener el cuerpo a raya, ese enemigo del que no nos podemos separar o ese hermano al que no podemos ver (en palabras escuchadas a San Josemaría).
Juan Pablo II perdía varios kilos durante la Cuaresma y Semana Santa. Siempre hemos encontrado personas que dejan de tomar alcohol, o fumar, o ver la televisión… son los sacrificios de cuaresma.
Ofrecemos a continuación un cuento sencillo con fondo de Cuaresma escrito por José María Pemán y que hace pensar…
Arrondo, Jefe de negociado en un ministerio, había anunciado con tiempo que aquella Cuaresma pensaba dejar de fumar en plan penitente, Aquellos pitillos cuaresmales renunciados aparecían a sus ojos como una buena inversión a largo plazo.
Durante la noche del martes al miércoles de Ceniza, ya no podía parar, acostumbrado como estaba a meterse en la cama con un pitillo en la boca.
No paraba. Su mujer insinuaba.
– Es la primera noche, Julián.
Él se indignó ante la creencia de que su renuncia fuese heroicidad de unas horas. Anunció que toda la Cuaresma sería igual:
– ¡No dormiré!
– «No dormiremos», coreó ella dulcemente.
Ahorramos relatar cómo se fue agriando progresivamente el humor de Julián Arrondo y la paciencia de su buena esposa.
Pero, mire usted por dónde, que al final vino a morir el penitente, porque andaba con la tensión bastante alta y las venas endurecidas. Horas después San Pedro le concedía un lugar modesto en el cielo, muy cerquita de la puerta. Pero Arrondo no estaba satisfecho. Pensaba que tenía derecho a algo más.
– «No entiendo. Pasé toda la Cuaresma sin fumar».
Curioso, porque el Apóstol no había encontrado nada por el estilo en el libro donde se apuntan nuestros méritos. Volvió a abrir el libro de la gran contabilidad, donde a dos columnas estaban anotados los nombres de los acreedores y los méritos contraídos. Recorrió con su dedo magistral las columnas de la A. De pronto, Arrondo vio su nombre. Pero el Apóstol le hizo observar que decía:
«Arrondo ( Señora de… ). Y al lado, en la columna de méritos de ella: » Una Cuaresma sin fumar su marido».
Aquí acaba la anécdota…
SOBRE EL AYUNO Y ABSTINENCIA
CADA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CADA CIRCUNSCRIPCIÓN ECLESIÁSTICA DICTA LAS NORMAS.
AQUÍ REFERIMOS SÓLO UNAS NORMAS GENERALES:
Originalmente, ayunar se refiere a no comer alimentos sólidos, ordinariamente se prescribe el ayuno para un día completo y la abstinencia se refiere a dejar de comer cualquier tipo de carnes.
El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, son días de ayuno y abstinencia.
Todos los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne.
(EN ALGUNOS CASOS, como el de MÉXICO, el Episcopado Mexicano ha dispuesto que: «se puede suplir la abstinencia de carne, excepto la del Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, por:
a) la abstinencia de aquellos alimentos que para cada uno significa especial agrado, sea por la materia o por el modo de preparación;
b) o por una especial obra de caridad;
c) o por una especial obra de piedad;
d) o por otro significativo sacrificio voluntario»)
Sujeto de la ley del ayuno y la abstinencia:
– Abstinencia de carne: todos los que han cumplido 14 años. La ancianidad, por sí sola, no exime de esta ley de abstinencia.
– Ayuno: todos los que han cumplido 18 años, hasta el comienzo de los sesenta.
Lo más importante al hacer este tipo de prácticas es darle su sentido verdadero: por una parte someter la voluntad para fortalecerla con virtudes como la templanza, la sobriedad y la humildad y por otra, favorecer el ejercicio de la caridad, pues todos los sacrificios que se hacen deben apuntar a hacer un bien o un servicio al prójimo y a toda la Iglesia.
Hacer sacrificios y penitencia por costumbre o porque todos lo hacen, no tiene sentido y no favorecen el crecimiento del hombre, que en conclusión es lo que se pretende.