Un ejemplo de rigidez: las normas están al servicio de los hombres; no al contrario.
En esta anécdota se pone de manifiesto lo dura que fué la etiqueta y el protocolo en tiempos pasados, y representa, los extremos a los que no se debe llegar en ningún momento.
La Reina Victoria de Inglaterra era una gran seguidora de todo tipo de reglas protocolarias y de la etiqueta.
Estando Lord Derby (su jefe de gobierno) en su lecho de muerte, debido a una enfermedad, la Reina quiso interesarse por su estado de salud y realizó una visita al enfermo.
Al entrar la Reina Victoria en sus aposentos, tal y como marca el protocolo, Lord Derby se puso en pié (más bien le ayudaron a ponerse y sostenerse en pie).
La Reina ante tal hecho (viendo que no podía ni mantenerse en pie) dijo con profundo sentimiento: «No sabe cuánto lo siento que el protocolo no me permita suplicarle que tome asiento».