Una tarde de toros, la primera de Froilán
Ocurrió en la plaza de Toros de Valencia, el 17 de marzo de 2008.
El Excelentísimo Señor que nació el 17 de julio de 1998 tenía entonces 9 años. Iba acompañando a su padre el Conde de Marichalar. La sorpresa del niño fue mayúscula cuando uno de los toreros en terna, El Cid, se dirigió a él y le dedicó el toro. El niño, emocionado recibió de pie la montera de manos del torero. La plaza, llena de entendidos, estalló en aplausos, al ver el acierto del diestro (pues sabía a quien brindaba el toro).
Cuando el señor conde explico al excelentísimo niño que si obtenía una oreja se la tenía que llevar a casa, el rostro se le demudó.
El Maestro se lució y se mereció la oreja, que no le fue negada.
El cuarto heredero de la corona española en línea hizo una señal de la cruz pidiendo ayuda al cielo, mientras el torero era aclamado en su vuelta al ruedo.
La presión aumentaba. El niño, con los ojos grandes, tragó saliva, al ver aproximarse a Manuel Jesús El Cid, Torero de Sevilla, con el apéndice auditivo del bicho sangrando en la mano.
El maestro le ofreció la oreja y el Excelentísimo vástago dijo que no la quería, con una apurada sonrisa …
El Cid se la llevó y ahí acabó todo.
Froilán se fue con paz en su conciencia y todos nos marchamos con la sensación de haber aprendido una lección de fortaleza: ese niño no se doblegó ante la tentación de quedar bien y dijo sencillamente lo que pensaba en conciencia (ante 20.000 personas que observaban curiosas el desenlace del desencuentro)…
Ocurrió en la plaza de Toros de Valencia, el 17 de marzo de 2008.
El Excelentísimo Señor que nació el 17 de julio de 1998 tenía entonces 9 años. Iba acompañando a su padre el Conde de Marichalar. La sorpresa del niño fue mayúscula cuando uno de los toreros en terna, El Cid, se dirigió a él y le dedicó el toro. El niño, emocionado recibió de pie la montera de manos del torero. La plaza, llena de entendidos, estalló en aplausos, al ver el acierto del diestro (pues sabía a quien brindaba el toro).
Cuando el señor conde explico al excelentísimo niño que si obtenía una oreja se la tenía que llevar a casa, el rostro se le demudó.
El Maestro se lució y se mereció la oreja, que no le fue negada.
El cuarto heredero de la corona española en línea hizo una señal de la cruz pidiendo ayuda al cielo, mientras el torero era aclamado en su vuelta al ruedo.
La presión aumentaba. El niño, con los ojos grandes, tragó saliva, al ver aproximarse a Manuel Jesús El Cid, Torero de Sevilla, con el apéndice auditivo del bicho sangrando en la mano.
El maestro le ofreció la oreja y el Excelentísimo vástago dijo que no la quería, con una apurada sonrisa …
El Cid se la llevó y ahí acabó todo.
Froilán se fue con paz en su conciencia y todos nos marchamos con la sensación de haber aprendido una lección de fortaleza: ese niño no se doblegó ante la tentación de quedar bien y dijo sencillamente lo que pensaba en conciencia (ante 20.000 personas que observaban curiosas el desenlace del desencuentro)…
Y, después de la anécdota histórica, una cita del Evangelio, ad hoc…
Evangelio
Sea tu sí, si; tu no, no. Jesucristo
Acostúmbrate a decir que no. Camino, nº 5 San Josemaría.
Una foto del que será rey (rebus sic stantibus)