«Un individuo, viendo sufrir a otro a quien la fortuna había vuelto la espalda, indignado, se encara con Dios diciendo:
-no hay derecho no es justo que permitas que este pobre hombre sufra tanto. Deberías hacer algo por él.
-Ya hice algo por el- contestó Dios.
-¿Si? ¿Y si qué has hecho? -replicó insolente.
-Te puse a ti a su lado”
(Agustín Filgueiras Pita, “Orar con.. Un pan para cada día!, 26 de agosto)