Cuando hay medida todo lo pequeño sabe a mucho, todo lo bueno se paladea. Las cosas toman su valor.
EL VALOR DE UNA TORTILLA (Contado por el Gran Viajero, Psiquiatra).
Ya hace mucho que uno de mis conocidos Viajeros me explica fragmentos de su intensa vida pasada (cuando la desorganización ocupaba toda su mente). Se escapó algunas veces, no recuerdo el número, del psiquiátrico en el que estaba ingresado. Pero no lo hacía con la intención de hacer daño a alguien (no lo imaginen como un preso) o para eludir la justicia, ni nada por el estilo. Sólo quería ser libre: su cabeza le pedía a gritos (literalmente: eran alucinaciones auditivas, voces) que tenía que volar y caminar. No doy nombres de ciudades. Lo cierto es que, caminante no hay camino, se hace camino al andar, el Viajero anduvo a pie atravesando España contando los días a manos llenas. Sin destino fijo, sin saber por qué; sólo siguiendo las órdenes de la voces. Por lo que me dijo y continúa diciendo, podría haber hecho a pie (en sus diversos escapes) entre unos ¡¡¡3.000 a 4.000 kilómetros!!! Recordaba, con mayor o menor claridad, los nombres de las ciudades visitadas. El sol abrasador y la gente que lo miraba con desconfianza. Caminos, carreteras y hasta arcenes de autopista. Pero sólo un dato me lo ha repetido todas las veces que saca el tema: cuando un día llegó a una casucha, junto a un camino de cabras y una acequia, en la otra punta del país, y le ofrecieron un bocadillo de tortilla: cómo lo verían… Os lo aseguro: ¡emociona escucharle hablar de la divinidad de aquel bocadillo! Casi se puede oler el aroma de los huevos frescos y el aceite hirviendo… ¡Qué hambre tenía! Tantos años estudiando la memoria, su concepción multidimensional, la necesidad del sueño para cribarla y fijar lo más interesante… y la sencillez suele acabar imponiéndose: qué más da todo si la memoria a largo plazo puede resumirse en un bocadillo de tortilla devorado en un lugar remoto de España. Es fantástico.
Narrado por El Gran Viajero (Psiquiatra) Jueves, 17 Marzo 2005