Imaginemos.
Hoy estas en una isla, después de dos días de haber naufragado decides tomar el control de la situación, playa y agua salada no bastan para que subsistas, solo hay una forma para seguir existiendo; adentrarse en un terreno desconocido talvez lleno de peligros, quizá a 10 metros encuentres agua dulce y alimento, o inclusive no sea la isla desierta que imaginaste y exista alguien que pueda socorrerte en «tu camino».
Y he aquí el dilema.
¿Qué camino?
¿Por qué seguir existiendo?
¿Qué he dejado atrás que sea tan importante como para escoger la aventura y arriesgarme?
¿Ya te sumergiste en esta situación?
Sigue…
Así es nuestra vida cotidiana: tu naufragio se ha producido en tu entorno, desde el momento en que naciste existe un motivo por el cual decides seguir existiendo, a pesar de que todo es desconocido existe algo dentro y fuera de ti que te motiva en la lucha diaria.
Personalmente he de decirte, en mi infancia encontré muchos motivos para considerar mi existencia en el planeta, fui y soy muy afortunada de tener grandes motivadores como estoy segura muchas personas los han tenido.
«Tus padres» con algunos defectos como todo ser humano, pero increíbles más por todas sus virtudes, duros en palabra pero de verdad dulces y blandos de corazón, limitadores de permisos pero bondadosos por hacer del fruto de su esfuerzo un hogar y comprometidos con todo tipo de valores indispensables para hacerte igual o mejor que ellos.
Espero, que al igual que yo, hayas tenido la oportunidad de tener grandes motivadores externos a tu lado.
Y que hay sobre la adolescencia, donde totalmente adolecías de toda capacidad de ver claramente las cosas y cada minuto y segundo considerabas que el mundo te presionaba; bueno, en mi caso fue así, la vida empezaba a verse sin sentido, mis padres sin duda unos fastidiosos motivadores externos, ¡ya sabes!, ¡si no me entregas buenas calificaciones no podrás salir con tus amigos!
Y es aquí donde aparece el gran motivador de mi adolescencia, disculpa la sonrisa dibujada en mis labios, ir a la escuela para encontrarme con el chico que me gustaba, estoy segura que algunos o muchos de mis compañeros iban por jugar el torneo de fútbol o básquetbol que organizaba la escuela o por no dejar de ver a los amigos.
Pero para seguir en la escuela había que seguir estudiando y con el rollo típico de los padres «Si no estudias no serás alguien en la vida» que entraba y salía de mis oídos, mi verdadera preocupación era seguir estudiando para poder seguir en el colegio.
Tenía mi motivador hormonal interno con nombre, piernas, brazos y rostro, pero solo yo lo sabia. Pero todo cambia en esta vida, tu entorno cambia y tú cambias. Particularmente que bueno que la adolescencia no dura mucho. Y encontré verdaderos motivos por salir adelante.
¿Salir adelante?, te preguntaras.
Bueno me refiero a que descubrí el por que es importante encajar en esta sociedad.
¡Existo! Soy capaz de dar y recibir. De devolver lo que me ha sido brindado en expectativas. Espero ser tan buena como alguna vez se lo imaginaron mis padres, eso es mi motivación diaria.
Y sigamos con la lista de los motivadores externos, encontrar el amor, formar una familia, y vivir felices para siempre.
Vamos, quien no haya considerado alguna vez a esta fantasía como su posible realidad estoy segura que ¡miente! Te puedo decir que la búsqueda constante te redituara en cualquier momento como a mí.
A los 18 años me case con el hombre que tuve a tino distinguir como la pareja de mi vida ¡Dios bendito que no permitió que me equivocara!
Mi timidez y mi inseguridad fueron enriquecidas por su presencia y personalidad, y no solo eso, juntos descubrimos que la dependencia o interdependencia que se genera cuando das a luz a tu primer bebe es el mas exquisito motivador que se pueda tener.
Interno o externo ¡que más da! Creo que me gusto eso de tener hermosos motivadores y he llegado a contar con dos mas en mi lista.
Actualmente los retos personales o profesionales han generado en mí un efectivo motivador interno, a lo largo de la etapa de preparación académica se descubren varias áreas de oportunidad y yo descubrí que, digamos que tengo eso que se llama memoria de teflón.
Suelo olvidar conceptos, palabras adecuadas o personajes.
Aun así, no lo he visto como una limitante, tengo una lucha constante y la lectura es una gran aliada, el ejercicio mental ha tenido algunos resultados, recuerdo los temas y tramas pero aun en algunos casos no recuerdo los personajes.
Hay que considerar que es excelente tener en cuenta tus limites, pero es mejor aun explotar tus fortalezas, y es aquí donde el análisis de ¿en qué soy bueno? se vuelve más difícil que el analizar ¿en que no los soy?
Después de que lo descubras encontraras un factor motivación para seguir adelante. Y me motiva, el respeto que puedo generar en una platica, el reconocimiento de mis amigos, familiares, compañeros y maestros.
En el caso de mi preparación profesional, me motiva seguir aprendiendo para poder ser un ejemplo para mis hijos, un orgullo para mis padres y esposo, al tiempo de demostrarme que el error que tuve con mi sinodal de examen profesional por no deducir
¿Cual era la Era del conocimiento y como se aplicaba en mi vida profesional? fue por que tuve un mal día. Desde luego no podré regresar el tiempo, pero si podré generarme oportunidades para estar frente a directivos, gerentes o jefes y ahora espero estar preparada para soportar la presión y utilizar mi sentido común para convertir los problemas planteados en oportunidades. Pero dejemos atrás mis experiencias y regresemos al tema principal de este artículo.
Y a ti ¿Qué te motiva?
Eso es una pregunta que solo tu podrás contestarte, solo espero que encuentres la respuesta lo mas pronto posible. Dale sentido a tu vida. La dependencia no es palpable, es un concepto que no percibimos en muchas ocasiones.
Pero darse cuenta que existes en un entorno donde los lazos afectivos te abrazan. Eso sin duda es un gran motivador de vida y de lucha constante.