Los rebeldes siguen su «ley» (su capricho). Eso es fácil, es el camino de la mayoría; para eso no se necesita tener mucha voluntad…
Pero obedecer por amor (por ejemplo en el matrimonio, o a los padres en la familia, o en confesión…) puede ser heroico.
Por supuesto la obediencia atrae frutos abundantes y extraordinarios.