Un señor de más de 70 años se sacó el carnet de conducir. Y era un peligro. Le tocaba el claxon el coche de detrás, porque iba muy despacio, y el de delante, y los de los lados, y él, ufano, dijo a su acompañante:
– Ya ves, aquí en esta ciudad me conoce todo el mundo. Pero yo, cuando voy conduciendo, no saludo a nadie.