La vida humana ha surgido y progresado sólo cuando los medios con que contaba estaban equilibrados por los problemas que sentía. Esto es verdad lo mismo en el orden espiritual que en el físico. (…)
La civilización del siglo XIX es de índole tal que permite al hombre medio instalarse en un mundo sobrado del cual percibe sólo la superabundancia de medios, pero no las angustias. (…)
La forma más contradictoria de la vida humana que puede aparecer en la vida humana es el «señorito satisfecho» (…) Porque es un hombre que ha venido a la vida para hacer lo que le dé la gana.
(J. Ortega y Gasset, «La rebelión de las masas», cap. XI, pp 121-122).